martes, 19 de junio de 2018

¡NO TIENES NADA, MENTIROSA!


Todo comenzó hace dos años. Pensé que era un resfriado pero semanas más tarde resultó ser gripe y la gripe jamás se fue. Así empezó todo.El desfile de síntomas era increíble: síncopes, pulso lento, hipotensión bla,bla,bla... Entonces el médico dijo que no era nada. Volví días más tarde porque me sentía morir, pautó analíticas y pastillas para dormir. Cuando fui a por los resultados estaban bien y me mandó al psiquiatra diciendo que tenía que reconocer la depresión. Así que busqué dentro mí la depre por todas partes, <<juraito>>, pero nada, no la encontré. Tenía muchas ganas de escribir, escuchar música, tener vida social, irme de juerga de la Isleta al Refugio y al Muelle grande. Pero llegado el momento estaba agotada sin más, o si iba adonde fuera me tenía que volver porque la fatiga podía conmigo y mi cuerpo de 46 años, hoy 49, de repente tenía 100. ¿Seré como el alcohólico que dice que no bebe o como el mentiroso que es incierto que miente?…me dejé llevar. 
Los especialistas hablaron de tristeza, depresión, estrés, enfermedades psicosomáticas. <<¡Ya coño! Tengo que estar bien jodida>>.  El cansancio y la fatiga eran tan grandes que: tuve que cortar mi pelo porque no tenía fuerzas para atenderlo, comencé a comer purés porque masticar me agotaba y a parir la orina porque no tenía fuerzas ni para algo tan sencillo como orinar…y otras cosas sencillas, rutinarias, como lavarte los dientes, ponerte en pie, tragar agua, encender la luz, ponerte unas zapatillas…
“No tienes nada, estás fingiendo. Lo que te hace falta es un polvo. Haz yoga, taichí... Estás predispuesta a estar mal…es tu mente…" Son ejemplos de respuestas que he tenido que tragar y valorar por si eran ciertas y no me daba cuenta. Toma vitaminas <<no tengo anemias>> haz ejercicio << estoy cansada>>; es como recetar azúcar a un diabético. 
Pero el otro día me dijo un médico “No sé qué tienes” <<más lindo>>, me dieron ganas hasta de abrazarlo. He pasado de no tienes nada a no sé qué tienes y tengo esperanzas. Hay enfermedades raras, tan raras que no se estudian. Ayer leí que a la Esclerosis Múltiple se la diagnosticaba como Histeria hasta hace nada. La Encefalomielitis Miálgica, vulgarmente llamada Cansancio crónico o Fatiga crónica: es otra de ellas…




sábado, 16 de junio de 2018

Sigo cuerda de remate

Me han dicho <<así como quien no quiere la cosa>> que estoy loca y he sonreído. Me ha gustado tanto como cuando me dicen tonta y luego me besan. Tanto como la calma que siento al margullar hasta quedarme sin aire. Más que cuando me dicen guapa, chiquilla, flor... cielo… Mira que llamarme loca con tanta gracia hasta me seduce. Como cuando él me habla acariciando su mejilla diciendo que no está mal mi nombre aunque suene a un poema lleno de espinas. Qué gracia me hace eso de “loca” parece hasta ridículo que me guste. Todo lo contrario a que me digan que estoy herida y me roben un beso, y cuerda de remate  desaparezca porque nadie pudo ser tan verdad, ni tan cierto. 


martes, 29 de mayo de 2018

A diario


Llegados a este punto querido diario:
Parecen elásticos los que se me acercan, tensos, gastados, incluso pegajosos, y rebotando al otro lado de un solo tirón cuando les hablo de pasar antes por la vicaría. Entiendo que a mi edad, ya no está una para muchos trotes, parece que el estrenar les molesta, pero tengo una amiga que vive cerca de mi casa, en Barranco la Mina, que me ha dicho que por Internet hay una página llamada la última oportunidad.
 
Yo creo que estoy preparada:
Me envío flores para estrenar cara de asombro una vez al mes por si alguna vez sucede no me coja desprevenida. Mira que no me gusta verlas en ese búcaro moribundas dando su último aliento. ¿Seré rara? He dejado de ir al centro depilatorio porque ya da igual tener o no una selva ahí, o en otro lado, ya que sigo más sola que la nave del olvido, aunque siempre me asusta que me toque al fin enfrentarme a mi primera vez armada hasta las cejas de ese clásico que ya no está de moda, es que me han dicho que seguro que me toca cuando no esté preparada. Cuando menos lo espere. Lo malo es que siempre espero.

Página 27366.

RETO: Selva- búcaro- depilatorio- elástico

domingo, 20 de mayo de 2018

Grita a ciegas

El mundo se volvió loco y comenzó a dar vueltas, las otras vueltas, mientras mi copa era incapaz de apuntar a mis labios, yo rodaba pasillo abajo camino del aseo. El mundo se volvió loco y a mí me dio un ataque incontrolable de risa cuando la vi. Estaba despeinada como la que discute toda la noche con la cama, y gana la cama, la nariz roja, irritada, y una costra de sangre barbilla abajo. Se le habían roto dos uñas. Se dio cuenta al tocar el pómulo color uva que desentonaba con su blusa, pero acorde al color al que se iba tornando el blanco del ojo. El mundo se volvió loco cuando me pidió ayuda desde su mirada salada diciendo con la voz rota << a qué estás esperando>> y yo le respondí que no sabía qué hacer. Le abotoné la blusa con los pocos botones que quedaban y le acomodé el pelo sin soltar la copa vacía. También sin soltar la copa tomé una toalla y limpié sus piernas resecas de un blanquecino cruel. Ella me seguía mirando con un párpado caído; como cuando se cierra la cortina de un telón de una obra mediocre, pero el mundo se volvió loco y no quise devolverle la mirada porque sabía que estaba temblando. Salí de aquella habitación de hotel dejándola sola, reprochándole qué la hizo pensar que en una cita a ciegas encontraría el amor. Desde entonces huyo  de los espejos y ando como las locas.

jueves, 17 de mayo de 2018


RETO Nº; 21 Un reto con la frase... Allí, donde el sauce llora sobre el río...

“Quién será el que me quiera a mí…” Quien le dará la vuelta a mi mundo a ver si es más hermoso. Que enseñe a mis manos a hacer caminos, y mis ojos lo recorran con paciencia. A saber por dónde andará quien acabe con mis yo nunca y con todas las palabras terribles que atribuyo a las cosas bonitas. El que esté dispuesto a pasar por la vicaría aunque le diga que no. El que se fie tanto de mí, que no le importe preferirme vestida. Quien me deje decir la última palabra y dar el último beso, y el primero.
Que me haga volar sin tomarme en brazos y cuando me tome le apetezca pararse conmigo. El que me muestre que todas las notas también pueden ser si, y mis mejores acordes al timple comiencen por no sostenido. El que al leer mi poesía, dude de si me conoce todavía y tenga interés en conocerme. Quien deje una nota “nos vemos allí, donde el sauce llora con el río o “si quieres volver a cenar conmigo cuando las luciérnagas estén volando…” En definitiva: Vete tú a saber dónde estará ese que sin ahogarme pueda inundarme y sienta; “esa clase de certezas que solo se presentan una vez en la vida”.




jueves, 19 de abril de 2018

Es casting


Pedían mujeres entre los dieciocho y la muerte, para hacer bulto, sin tatuajes, sin tintes escalofriantes, sin experiencia. No exigían talla, chachy, pero las tuve que dar en los datos, así mi casi metro ochenta no sería un problema ni el doble ancho de mis caderas sería un estorbo ni mi calzado talla Olivia la de Popelle sería un impedimento. Algo de alemán e inglés. Yo añadí a mi lista de cosas por hacer, antes de criar malvas, por cierto nunca he visto malvas en una tumba, presentarme a un casting. Di mis datos en la web para la cita, así no haría cola en Santa Catalina y lo anoté en rosa, mi color despreciado, en la agenda.
Aquella noche no podía dormir -boberías de una- así que descargué un juego y comencé a darle al botón en mi móvil mientras una pestañita me decía que tenía un saludo. Un hola de un desconocido que sin más preguntaba si era chico o chica, mi nombre, de dónde era. Yo, a dos ventanas abiertas, me hacía un lío del copón jugando y hablando mientras él decía que mi foto era una pasada. De dónde sacó mi foto, ni idea, claro que yo le di en la descarga a todo “sí”. La cosa se puso chunga cuando me preguntó cómo era yo. Respondí pensando en el formulario del casting; sin tatuajes, sin tintes. Comenzó a picarme la espalda y yo buscaba como podía el punto exacto para pasar mis uñas, cuando, toqué el sujetador y me di cuenta que no estaba bien abrochado, había estado todo el día con el sujetador mal puesto- ya sé que no viene a cuento-. Entonces me envió una foto de un grupo de chicos en una playa diciendo que él era el de la derecha. Miré la foto y me pareció un tipo de lo más corriente. ¿Qué se responde ante algo así?: Un día estupendo, qué divertidos se les ve, qué guapo eres…
-Me alegra conocerte –respondí, a lo que él añadió - ¿Tienes una foto en bikini?
No te ajunto extraño. He perdido el juego, el tiempo y no, no tengo una foto en bikini, preparada, lita y ya, en mi móvil. -¿Cómo eres? -insistió. Me fui a dormir. Al día siguiente no hice cola en Santa Catalina. Cuando me tocó el turno me dijeron que me situara en el punto equis, sobre dos pies dibujados en el suelo, y que no sonriera para nada y por nada. Dispararon la foto. De vuelta a casa, en la guagua, comencé a pensar como soy. Que como soy, que como soy. Normal, soy normal.
Como un café recién hecho que deseas tomar en plena ola de calor. Soy como un mueble viejo recién barnizado. Como los tachones de los retratos que me hicieron mis hijos, en todos los colores, hace tanto de tanto. Hidratada por los mocos y babas de los niños de mi guardería. Mis piernas están atormentadas por las veces que me di con el cubo de la limpieza de mi último curro, y no te cuento lo  andado. Tengo callos en las puntas de los dedos por las cuerdas y una uña rota, de cuando limpié los fogones. Un código de barras tras tres partos. Un corte al depilar mi axila. Una cana en las pestañas. Cicatrices de las chinas y otras tantas. Finas arrugas en la papada. Medio sorda, y cotorra como una marea alta en calma. Tan sencilla como la línea curva, tan oportuna como el último tampax, tan cariñosa como una perra recién parida…yo qué sé.
No. No me llamaron para la peli, pero soy quien sigue y la consigue… como una cama que se hizo con sábanas limpias pero a toda leche.





miércoles, 18 de abril de 2018

INEVITABLE


Donde me queda algo intacto no es que nadie alcanzara. Ahí  mismo se quedaron todas las ganas, marcharon sin exigencias marcadas. Desde mí se arroparon sin desgastar mis sábanas, mas dejaron un lamento que ralla de sal el alma. A ver: no es que partieran voluntariamente. No es que yo les dijera vete ni un vete me impusieran. Fue como cuando escribo fingiendo que no siento lo que siento y resulta que no puedo dejar de sentir... Inevitable.