domingo, 30 de junio de 2019

Un celo a la izquierda.


Es que rebosa más de lo que mis ojos pueden aguantar, y mi mayor miedo es no tener miedo desde entonces. Su hilera de dientes pronunció mi nombre. Claro que me llamó; ¿Alguna vez lo has hecho mientras caes? Sí, todo eso me llamo desde entonces. No me dio tiempo a responder a mi nuevo nombre. Tampoco me dio tiempo a terminar de temblar al sentir el poder que me otorgó y no me asusta. Sin moverme ya me poseía por entera avanzando a rastras. También sin moverme acaricié sus alas que de tanto placer me dolían. Mis piernas se abrían y sus labios besaban todas las babas que de mis ojos tras la embestida brotaban, suplicando cerrar el cielo y cualquier tierra prometida que tarde o temprano prescribe. Mi lengua dibujó el borde de todos sus bordes y mientras susurraba mi nuevo nombre, me di cuenta de todas las veces que subí al cielo cuando en realidad quería caer, caer, llegar al fondo, adonde el fuego quema y no mata y la sangre te arde y el alma se hiela y la culpa queda escrita en cualquier hoja sin color olvidada en una esquela equivocada de deidad… Adonde el placer pide más aunque mueras diciendo:
-Sí, así, con las alas atormentadas que es como vuelan los que van en sentido contrario…
Fue verle y sí, mis ojos no quieren darse cuenta de que ya le han visto antes, antes de un vete, antes de un sí, sí…si quiero, antes de arrodillarme ante mi bestia que siempre está en celo y sentir que tenerle tan cerca es como un disparo a quemaboca.

Obra de Pedro Lezcano Jaén. Título: Ladrón de almas;(2019. 120x100 cms), un autonitrato malintencionado con sonrisa falsa y alas a medio arrancar, a manos de un dios indignado:




viernes, 28 de junio de 2019

La procesión va por fuera.


Si te tienes que ir vete. Prefiero la procesión por fuera. Pero vete, ¡vete! Vete como la marea; siempre lista para lo que le venga en gana. Con  pasaje a cualquier parte donde se quisiera –de querer, y no de cualquier manera
Que con toda la muerte por delante estoy dispuesta a vivir como si se me fuera la poesía en ello. Aprendiendo día a día a perder con la misma facilidad con la que me ilusiono. Con ganas infinitas de amar que no te quepa duda. Paseando las calles de Las Palmas con los pulmones llenos de esa marea que me hace flotar y flotar, consiguiendo que todo dolor sea más llevadero. Con un  no puedo que pueda poder olvidar. A la tristeza déjala como está que jamás la eché de menos, estuvo bien latente como siempre la marea. Así que si te tienes que ir vete…    y no, no dejes todo como estaba, yo lo devolveré a su lugar  tomado de ejemplo al mar, porque sé que si no eres el fin, seguro, serás el medio, para que vuelva a reír como llora Chavela.




jueves, 27 de junio de 2019

Cierro mis ojos


Cierro mis ojos
dibujando dedo a dedo la playa que hay en tu espalda
recorriendo rezagada las dunas de tu pecho.
También con ojos cerrados me acerco al río de tu boca
buscando tu lengua tierna, suave, a veces burlona.
No quiero abrir los ojos, aplástame contra ti
definiendo con tus manos, de frente, de perfil
cada curva de mi cuerpo que se muere por sentir
con los ojos bien abiertos,  lo que una vez sentí.
Deja que cierre mis ojos y que siga imaginando
 que alguna vez me desees aunque todo sea en vano.
Ahora los abriré y te seguiré amando
 descubriendo nuevamente
que yo no estoy en tu mente.
 Pero me sirve quererte cuando yo cierro los ojos
deseando pase el día
para volver a cerrarlos.


viernes, 21 de junio de 2019

A tu pregunta


Disculpa mi tardanza y tu estar extrañándome, pero, es que a no sé cuantos quizás por hora me fui de la sábana equivocada. Salí, así como quien no quiere la cosa, y me vi como una perra olfateando una pista. Por el camino encontré  el oxigeno que avivó mi fuego. Dejando a un lado de la primera caricia al ego, abrí la puerta al miedo que tenía miedo; a quererme, complacerme, tenerme, follarme y hacerme el amor –me da igual el orden–  y a ponerse en mis zapatos. La risa se quitó la  camisa de fuerza y con los ojos como platos  me miró y en un arrebato me besó con esos besos torpes de primeriza, sin saber que yo ya venía con la boca partida pero le importó un carajo. Ahora nos besamos aprendiéndonos hasta que rugen las venas. He comenzado ordenadamente por su cara y ya voy –después de tantos meses– por la segunda pestaña. Así que a tu pregunta ahora que te extraña, diré que he estado muy ocupada... enamorándome.



sábado, 15 de junio de 2019

Eso ya lo sabes


Cuando  pasaste página dijiste a todos: lo siento, no me veo, adiós, y te fuiste a su cama.
Nunca te dije que si el desamor nos duele, más nos duele la traición. Imagino que eso ya lo sabes.
Que duele el corazón, que te partan la voz en dos, que no entiendas qué pasó. Te alejaste y yo jamás me moví del sito.
Anda y diles: que esperando tu regreso alguien tomó mis pedazos y lamiendo con saliva los pegó  -del desprecio a la herida-.
Que hay amores que duelen un tiempo… o toda la vida.
Ahora diles: que duele el corazón, que te partan la voz en dos, que no entiendes qué pasó… Lo siento, no me veo, adiós. Imagino que eso…ya lo sabes.


https://www.youtube.com/watch?v=AaLIvfR6Tw0

viernes, 7 de junio de 2019

Ahora que caigo


 Terminó la pieza y la felicidad iluminó el salón de baile. Me senté a esperar la siguiente observando cómo bailaban los demás, ilusionada porque ya había salido la luna y quizás era el momento de mirarnos a la cara. Sentía que los cometas celestes se habían alejado del sol para sintonizar la noche. Quería preguntarte qué era aquello que te hacía sonreír al mirar atrás mientras bailábamos. Qué fue lo que te amargó tanto que te cerraba y te hacía bajar, o subir, sin más, del escalón de la felicidad. Entonces la soledad pronunció mi nombre y clavando su vista en mis ojos, me dio un abrazo apasionado, de esos que son recordados, pidiéndome todos los bailes que sonaron hasta el final. Se apagaron las luces. Miré al vacío de todos mis lados y no estabas. Recogí mi amor y lo até a mi espalda. Los recuerdos se quedaron colgados entre un <<no pasa nada>> y la diagonal hacia ninguna parte de mi mirada. Allí te dejé un regalo; mi ausencia. Conste que no fue la astucia, ni la venganza <<ellas no fueron invitadas al baile>> fueron mis estúpidas ganas de echar a llorar.
El camino de vuelta era tan largo que… tomé en las manos mis  zapatos de cristal desandado el camino a casa.
Durante mucho tiempo me di duchas nocturnas de algo parecido al mar que escocían la piel y los <<volverá>> pensando en los cometas…y en ti; son rocas de hielo que giran alrededor del sol y…
 Mi ausencia continúo en aquel paquete bien decorado en espera; un regalo pequeño, quizás, que jamás abriste hasta hoy <<seguro está caducado>> que vuelves tomando el turno de mi compañera de baile desde aquel entonces. Mientras tanto, bailo por bailar y tu mirada se esconde y no sé qué sentir, o sí,  o yo qué sé…  lo sabré el día que te atrevas  a mirarme a la cara –cuando estemos vestidos- o, ahora que caigo, en  el instante en el que al fin te atrevas a pronunciar mi nombre.



jueves, 6 de junio de 2019

Ella misma


Una poeta no muere de tristeza –a mí me lo van a decir–, amanece respirando soles, trasnocha con la luna y ni aún así, se siente satisfecha hasta que muere de amores.
Una poeta se pierde a posta y sin querer –si lo sé yo–, en la colección de heridas
que alumbran unos ojos hasta que se encuentra en las simplezas.
Una poeta no se distrae con la paja del ojo ajeno –te lo aseguro–, siempre encuentra una espina en una parte de su cuerpo que jamás sintió y entonces irremediablemente escribe.
Una poeta no se rinde –qué va–, a menos que sea a las puertas de su musa hincando la rodilla en su ascenso al declive.
Una poeta nunca se despide del todo –ya te digo–, porque la palabra adiós jamás será la última… tambaleante hasta un pronto.
Una poeta no desaparece si no la lees –cómo decirte–, desaparece cuando no escribe todo lo que acontece y ahí muere, ignorada por el ser más frágil que ha conocido.