lunes, 2 de marzo de 2020
Justifica
Cambió de vida y allí estaba, sin blanca, en Nueva York…sin él… recordando cada detalle a partir de que él desconectó el teléfono, cerró puertas y ventanas para que ella descansara y se marchó. Un rato más tarde llegó de la farmacia con todo lo necesario deseando hacerle el amor. Se acercó a darle un beso pero ella huyó la cara aterrorizada, y mientras le curaba el labio le pedía perdón diciendo, -Y cuando se te pase la bobería hablamos.
domingo, 23 de febrero de 2020
Te echo de menos
A veces por despiste la dejo de lado, otras, así como las
locas, de las de verdad, con el alma en vilo al ver que nunca estás, reposo mi
cabeza en la sombra de mi Soledad.
La Soledad dirá, O no le duele o lo disimula muy bien.
Una canción me lleva
a la otra y recuerdo que es domingo, otra vez, y desde el jueves hay un reto; Primera palabra balalaika; suena a
timple y como todo desde hace meses me recuerda, me huele, me sonríe y sabe, se
palpa y me suena a que no estás. Si hablara ahora no se me entendería con tanto
gimoteo.
Entonces la busco. Espero
el momento agazapada como una gata esperando el momento oportuno, No hay nadie.
Sentadas, una al lado del llanto y la otra escrutando lo que
miento, preferimos los pies en el suelo, la rabia en una mano y a la sensatez la
mandamos con la otra a tomar viento. Y lloro.
Hablamos como cuando hablamos aquel día de volar, de que tú lo hiciste primero. Que por mucho que te lleve aquí conmigo, me faltas. Que estás en todos los poemas de amor que anhelo y me siento como un tuareg que no entiende la brújula en medio del desierto donde me muero, o como una sirena que no existe aunque su canto agonice en el fondo de la frontera del sexto océano.
Hablamos como cuando hablamos aquel día de volar, de que tú lo hiciste primero. Que por mucho que te lleve aquí conmigo, me faltas. Que estás en todos los poemas de amor que anhelo y me siento como un tuareg que no entiende la brújula en medio del desierto donde me muero, o como una sirena que no existe aunque su canto agonice en el fondo de la frontera del sexto océano.
Le digo, No soy capaz de ser feliz si sonrío al recordarle. Me persigue y juega al escondite y le busco y
sé que está pero no le encuentro, y me duelo.
Sus palabras, que ya presiento, ahora, rompen como un meteorito
este agotador << lo quiera que sea que siento>> que a corazón
abierto se atreven a pronunciar tu nombre sin ningún miramiento.
Es entonces cuando chistea, y la sombra de mi Soledad
comienza a narrar, Prometiste no llorar.
Y lloro, Te echo de
menos.
Definitivamente
Un día la vida te pauta una dosis de alegría que flirtea contigo. Tú sigues las pautas de posología; despacio, a cuartos a oscuras, a medias luces, por amor al arte, hasta que tomas una cada día durante todas tus vidas importando lo importante. Te advierte, que será cuestión de suerte, si al tomar la dosis adecuada, aquellas tus mejillas se vuelven rosadas, el brillo en los ojos delata tu mirada, la piel se vuelve más suave y te sientes viva, dolorosamente viva.
Te dice, en su posología, que consultes al espejo si no sabes qué ponerte, que practiques su sonrisa y que beses, beses, beses, y le hagas el amor como si no hubiera mañana.
Que son síntomas habituales, que mientras te cura por un lado, puede doler por el otro: Hormonas incontroladas, exceso de sueños, insomnios intencionados, sofocos de quinceañera y dejar cada detalle escrito por si alguna vez olvidas lo que fuera, o sentir ser la última cuando querías ser la primera.
Te advierte que está contraindicado; si rebuscas en el pasado, si se mezcla con antiguas decepciones, si conviertes en tuyo lo que no es tuyo. Que consultes con la almohada si tienes tendencias suicidas, si por vivir prefieres dar la vida, si comienzan las horas malgastadas. Si se duele a sí mismo y no sabe olvidar por más que fuerce el gesto.
Si una vez aclarado todo esto interrumpes el tratamiento, puedes descubrir que esa alegría sana a los enfermos, aunque te deje sin aliento, con dolor en el pecho y quemazón en las entrañas.
Pero resulta que un día… la vida te pauta otra alegría y vuelves a sentir que sanas. Dolorosamente sanas.
Te dice, en su posología, que consultes al espejo si no sabes qué ponerte, que practiques su sonrisa y que beses, beses, beses, y le hagas el amor como si no hubiera mañana.
Que son síntomas habituales, que mientras te cura por un lado, puede doler por el otro: Hormonas incontroladas, exceso de sueños, insomnios intencionados, sofocos de quinceañera y dejar cada detalle escrito por si alguna vez olvidas lo que fuera, o sentir ser la última cuando querías ser la primera.
Te advierte que está contraindicado; si rebuscas en el pasado, si se mezcla con antiguas decepciones, si conviertes en tuyo lo que no es tuyo. Que consultes con la almohada si tienes tendencias suicidas, si por vivir prefieres dar la vida, si comienzan las horas malgastadas. Si se duele a sí mismo y no sabe olvidar por más que fuerce el gesto.
Si una vez aclarado todo esto interrumpes el tratamiento, puedes descubrir que esa alegría sana a los enfermos, aunque te deje sin aliento, con dolor en el pecho y quemazón en las entrañas.
Pero resulta que un día… la vida te pauta otra alegría y vuelves a sentir que sanas. Dolorosamente sanas.
martes, 18 de febrero de 2020
Sí...te amaba.
Echo de menos las cartas con remitente, eran tan claras que
hasta con faltas de ortografía se entendían y atendían, perfectamente.
Los tachones tras las puertas de los retretes de los bares.
Los corazones en el vaho
de alguna ventana.
Escribir con carmín en los espejos.
Aquellas notas poéticas sin firma de autor porque Pepa quiere
a Luis.
Hasta los árboles echan de menos llevar tatuajes tan
originales acorazonados por un tú y yo. Las
pizarras: sustituidas por frases hechas que ya nadie sabe quién escribió porque
no sale un ejército de mariposas en busca de su autor.
Echo de menos las notas bajo la mesa y todas esas cosas que
se dicen antes de ir… a la cama. Las flores con tarjetas que daban la cara (B)
de quien te ¿amaba? Eso es, sí…te amaba.
sábado, 15 de febrero de 2020
De la boca...lo mejor
¡Lo que hay que ver, cuándo tropiezo con tus ojos fijos! Me gusta que me mires y mirarte y cómo te muerdes el labio inferior
antes de explotar a besarme. Tomar tu cara entre mis manos. Devorarte. Si me
pillas de pie, serán las tuyas las que rodeen mi cintura diciendo, Tengo ganas
de… apretarte. Y me abrazas como ningún otro lo hizo antes. Si me pillas en la
caída, tus ojos, que aun no están desnudos, se empañan con nuestro aliento cuando
me doy por vencida, con el juego de dos bocas que se retan con pasión –así, sin
más- mordiendo, a fuego lento. Es
entonces cuando te quito las gafas porque sé que no hace falta que me mires ni
mirarte. Lo que hay que ver: Cómo me gusta que me ames y amarte. Desnudo, de la
cabeza a los pies... No sé por qué te
empeñas en ellas si te duran, lo que dura eso... Lo que dura decir sin palabras, Bésame.
Y tu cuerpo es la viva imagen del mejor de los besos.
Y tu cuerpo es la viva imagen del mejor de los besos.
domingo, 9 de febrero de 2020
Y a los muertos
Y llega el día en que te das cuenta que las lágrimas sí que son definitivas. El día en que eres consciente de la cantidad de cosas que perdonamos a los extraños… y a lo muertos.
domingo, 2 de febrero de 2020
La Receta
Yo también estuve enamorada de “un corazón de acero
inolvidable”. La receta del Amor es tan sencilla. No sé porqué pretendemos
saltarnos pasos, añadir ingredientes que no lleva. Reducir el tiempo y lograr el
buen resultado al menor coste, -no debería utilizar la palabra coste, porque no
cuesta nada de nada, mucho menos una pérdida-. No queremos ver que el camino
del Amor no se llama C/ Vanidad, y que si tomamos ese camino nos encontraremos
mil veces en la esquina Estupideces con la C/ Soledad.
Cuando me quedé viuda, y llena de amor, decidí
ayudar a todos los corazones rotos que encontrara en mi camino. Así en situaciones como esa, era necesario
recurrir a la receta de la abuela Carmen. No sé ni cuántas veces he dado la
receta, ni cuántas ha fracasado. ¿Qué pasa con el amor, ese grato sentimiento,
que hoy día se cree que cargándolo con la mochila del dolor es el mejor
acierto?
A veces se me enredaba la mirada en las zapatillas
de andar por casa al escuchar las consultas que me hacían, Es que estoy
enamorada –decía Luisa- y no sé qué hacer para que se dé cuenta.
Cuando le preguntaba qué tenía ese chico de especial
para que le quitara el sueño, el hambre e incluso el aliento, lo que se enredaba
en mi pelo era mi ceja izquierda, Buf, tiene una moto último modelo, un tatuaje
que recorre su brazo y un anillo peso pesado. Es el amor de mi vida.
Le recomendé que trabajara y ahorrara para un anillo,
una moto, y si le apetecía se hiciera mientras un tatuaje. Que esperara el
resultado.
Pacho vino llorando desesperado cuando Inés, le
dejó. Se quería morir. Entre planear su suicidio y, planear, reconquistar a su
ex se le iba la vida. Su venganza consistía en conquistar a Berta, una chica inteligente,
guapa, divertida, de buena familia y corazón, para pasearla en las narices de
Inés y que, ésta, se diera cuenta de lo que había perdido. Le dije que se
alejara, que desapareciera de su entorno, que buscara algo con qué
entretenerse, hacer deporte, leer, aprender un idioma…cualquier cosa que no
fuera hacerse daño y mucho menos a Berta.
Ninguno me hizo caso. Sin embargo la casa se me iba
llenando de impotencia, de gente en busca del remedio -sin remedio-, de
resignación absurda, incluso de vez en vez de tristeza.
Como dije antes, ni sé ni cuántas veces he
dado la receta, ni cuántas han fracasado. Me complace saber que la receta, anda
por ahí en su punto justo y que llega hasta donde estoy ese aroma inconfundible
que me hace sonreír mordiendo mi labio inferior, al tiempo que mi corazón
aplaude dándome un acogedor abrazo, siendo lo único que impulsa, cada día, mis ganas de vivir.
RECETA: “Si duele no
es Amor”…así de simple; sí…no.
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