Fui yo quien atendió el teléfono cuando llamó, pero los rumores, como una torre de Babel me bombardearon durante toda mi jornada.
- ¿Te enteraste?- Yo sabía que no era buena persona, la muy mosquita muerta.
-Y se inventó la excusa más extraña para no ir a trabajar... y aquí nos deja con el culo a dos manos haciendo su trabajo porque nadie la va a sustituir. ¡A una semana de navidad!
-Yo la vi la otra tarde tomando una copa con un tipo riendo descarada.
- La última vez me la topé en la cola del super y no noté nada raro. Bueno, compró preservativos pero no pude ver la talla.
- A mí me dijo que iba sola al cine. ¡Qué ridícula!
- No sé. A mí no me gustan los chismes. Si se enteran de algo me avisan que dijo que era algo de corazón.
Al salir de trabajo la llamé pero no respondía, así que fui a su apartamento. Al tocar en la puerta esta se abrió y salieron todas corriendo con sus faldas levantadas gritando como locas, salpicadas de sangre. Aquello parecía una primavera sangrienta.
-¡Cómo es eso de que no puedes trabajar porque tienes que escribir tu testamento! –le dije.
No respondió.Aun le quedaba un ramillete de margaritas entre los dedos, pétalos en la boca, en los párpados…una masacre que agonizaba diciendo: “Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere”
- ¿Te enteraste?- Yo sabía que no era buena persona, la muy mosquita muerta.
-Y se inventó la excusa más extraña para no ir a trabajar... y aquí nos deja con el culo a dos manos haciendo su trabajo porque nadie la va a sustituir. ¡A una semana de navidad!
-Yo la vi la otra tarde tomando una copa con un tipo riendo descarada.
- La última vez me la topé en la cola del super y no noté nada raro. Bueno, compró preservativos pero no pude ver la talla.
- A mí me dijo que iba sola al cine. ¡Qué ridícula!
- No sé. A mí no me gustan los chismes. Si se enteran de algo me avisan que dijo que era algo de corazón.
Al salir de trabajo la llamé pero no respondía, así que fui a su apartamento. Al tocar en la puerta esta se abrió y salieron todas corriendo con sus faldas levantadas gritando como locas, salpicadas de sangre. Aquello parecía una primavera sangrienta.
-¡Cómo es eso de que no puedes trabajar porque tienes que escribir tu testamento! –le dije.
No respondió.Aun le quedaba un ramillete de margaritas entre los dedos, pétalos en la boca, en los párpados…una masacre que agonizaba diciendo: “Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere”
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