domingo, 17 de febrero de 2019

Esos roces.


A la hora que a ella  le da la gana, voy. Siempre le digo sí. Lo hacemos despacio o con prisas, como fieras mansas, como perros,  como sea, como la última vez. En silencio o con palabras clasificadas X. Con un mejor ahora que un por qué. Y lo hacemos sin más. Lo hacemos y se viene y me voy. Ya luego recojo mi corazón y me marcho. Llego a casa. Me siento en una copa y me bebo el sofá maldiciendo el día en que le dije que amigos, solo amigos.




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