jueves, 23 de abril de 2020

Quizás

Quizás la poesía es como un gato:
 Crees que la acaricias cuando tú quieres. Ronronea entre tus piernas. Se acerca a tu cara mientras duermes dejándote sin aliento. Salta de impresión sin motivo aparente por cualquier sinrazón. Crees que eres tú; quién, cuándo y dónde o por qué.  La sientes a miles de kilómetros cerca de ti. Aparece cuando le da la gana. Se deja caer cuando quiere. Y se va. Y vuelve. Te araña, te lame, te busca, y rebusca, y no -no señor- no se pierde ni por un segundo. Se distrae con lo que sea. Se ensimisma con los detalles: de sencilla a coqueta. De sutil a indiscreta.
Sabe siempre cómo regresar a casa, pero no sabes dónde ha estado, adónde fue ni por qué ha regresado.
Tan libre que  prefiero que me haga llorar ella a que lo haga el mundo.
  Claro que aunque yo lo sienta así, nunca hace prisioneras, -¿o será que sí?-
Será, -con diferencia- que no es traicionera, ni tan gato, y la muy mimosa me escribe. Siempre me escribe.Y jamás se justifica.

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