Con el calor que hace y yo aquí apagando un juego. Buscando remedios caseros, rezando a todos los santos, tirándome al diablo, leyendo libros de alquimia –¡qué bobita! –, como si fuese un metal que se pudiera fundir.
Quizás, y no es de extrañar, intentar volver al principio del todo, cuando yo era sin ti; borrar la pizarra y tomar otra tiza, hacerlo deprisa, inventarte despacio, sea la solución. O un té; de fresa, de jengibre, de una mordida en tu lengua, o yo qué sé…si todo esto viene a ser lo que toca.
No hay nada que una buena taza de té no solucione
-¿no crees?- cuando se trata de esquivar la trampa maldita que ansío en tu boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario