No
sabes si me gusta lamer la tapa del yogur porque sienta en la lengua que ahí
se queda el sabor más intenso, o dibujar en el vaho corazones y en papeles;
cristos, rosas y ojos que lloran, aunque no esté triste, porque es lo único que
sé dibujar, o de repente escribir en mis vaqueros notas que se borran en
cada lavado, -qué buenos los jabones de hoy día ¡eh!-. Tampoco si sé pintarme,
aunque siempre me doy cuenta si lo hago, de que soy yo, pero a color y termino lavando
ese disparate y pintando rápidamente casi sin mirar al espejo mis labios.
Repetir una canción una y otra vez porque me engancha y la aborrezco de repente,
hasta que vuelva a sonar otro mes y ya me la quedo para siempre. Si cruzo
por el paso de peatones o cedo el asiento en la guagua, o si me gusta chupar
los dedos cuando la espuma del café sobrepasa la taza, aunque tampoco sabes si
me gusta el café o si me gusta pasear en silencio, sin ruidos, sin música, sin
pensar, cerca del mar antes del amanecer, porque puede que me guste que respeten
mis silencios. Si he llorado con mi guitarra o miro con lástima mi violín. Quizá
en algún momento quieras saber si realmente me gusta la gente que va cantando
por la calle e incluso hablando sola, importándoles un carajo que yo les mire
sonriente y me den ganas de acompañarles porque me la sé, aunque puede que no
me guste interrumpir las alegrías de otros. El vinilo, el vintage, los libros
que huelan a libros y la colonia barata, las cometas, los globos, las fotos de
antaño, las luces en navidad, las pelis antiguas y romanticonas, aunque llore a
moco tendido, los pijamas dos tallas más grandes, y muchas más cosas, como pudiera
gustarme la arena en mis pies o el agua que corre tu cuerpo y la gota
que pueda quedar en tus pestañas, o tú.
viernes, 9 de diciembre de 2016
domingo, 4 de diciembre de 2016
La mala hierba
Esa que encuentras en el camino nace sola. Siempre está sola. Fíjate que de ella pueden brotar emociones silvestres majestuosas que solo unos pocos son capaces de apreciar, disfrutar y sentir como algo maravilloso. El manto que se forma tras la lluvia, y las peores tormentas, son ellas. Comparadas con postales mágicas, que a ratos se miran con desconsuelo porque parecen inalcanzables. No es de las que que se compra o se regala por amor y mucho menos adornan coronas para una despedida. Ella nace como cuando nace un amor; si motivo, estará en cualquier camino suspirando porque alguien, un día, se fije en ella. Pero será mejor que tenga cuidado, no sea que la arranquen de cuajo un día con la ilusión de regalarla a a cambio de otros amores, o de nada.
sábado, 3 de diciembre de 2016
Dogma
Aquí donde me ves tal vez piensas que soy la Loba y tendrás razón, aúllo a la luna repitiendo,ven.
También creerás que soy como esa Leona capaz y valiente, lo soy lamiendo heridas agazapada y estando lista por si el cazador vuelve.
Puede que Perra con dos opciones; temblar esperando la caricia o mordiendo en defensa propia y quizá ahí, en tus pensamientos, puede que hasta una Serpiente, porque fui dueña de mentiras, también arrastrada. Sin embargo te diré que fui Pájaro en trena y ahora mi vuelo se acerca y se aleja de tu jaula entornada. Yo Halcón, figurada, voy intuyendo, reo de mi experiencia, que eres tú quien pretende mi caza pero cuidado..no seas tú mi próxima presa.
03/12/2016 Rosy Robayna C.
jueves, 1 de diciembre de 2016
La pajarita
Hay momentos en los que me dejo llevar por esos
pensamientos infundados sobre vidas pasadas, que al parecer hemos tenido y se
quedaron guardados en no sé qué memoria del alma. Uno de esos ratos es ahora,
tener que escribir sobre una pajarita es para mí como hacer una de aquellas
penas; “escribir cien veces no debo hablar en clase” Ahí es cuando juzgo a la divina providencia
porque me envía eso a lo que yo llamo,
“lo peor que me ha pasado y no merezco”. Otras veces es el momento mágico/
trágico, en que aparece una mariposa o una pajarita -confieso que les
tengo pánico-, y es en ese instante en el que creo fehacientemente que en una
vida pasada me encerraron en una cueva subterránea con una pandilla de estos
insectos y mi muerte la ocasionó el terror de tenerlas encima. Con decirles que
una vez di tal grito en la parada de la guagua, que hasta los coches frenaron
pensando que algo terrible pasaba en la acera. Ahora que se ha llenado la isla,
mi casa y cualquier sitio por el que yo ando, todos me dicen cuando las evito que
tengo suerte, que son seres de luz, que la luz va hacia la luz, como la que
está ahora mismo aquí mientras escribo y en cualquier momento terminará
aplastada, manchando el pupitre mientras yo grito, como la que vende pescado, y
correré a lavarme las manos como Poncio pero a lo bestia y sin sentimiento
alguno de culpa. A ver con qué cara vuelvo a entrar a esta sala tras mi
apoteósica, y patética, acción. ¡Ojalá y se apagara esa mi luz!
miércoles, 30 de noviembre de 2016
Fe
Te he llamado octubre porque no sabía tu nombre y lo repetí tanto que ya no me sabe nombrarte de otra manera. Ya tuve un setiembre platónico y algunos eneros fallidos, agostos inacabados y tantos otros diciembres, también meses por años sin nombre. Serás octubre. Ya conozco el ritual. Es la ventaja de lo aprendido y puede que algún mayo o febrero, o cualquier mes de estos, te atrevas a decir mi nombre.
Rosy Robayna C. 30/11/2016
Rosy Robayna C. 30/11/2016
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Ahí queda eso
Creo que las letras
cometen un enorme error cada vez que intentan explicar en dolorosas frases qué
se siente, qué duele o a qué olía, por poner un ejemplo, en cualquier instante
descrito. Qué fácil culpar a las letras y no al que escribe. Lo mismo sucede con el cine o cualquier tipo de arte y por lo tanto,
generación tras generación escribimos sobre lo mismo, intentado describir todas
esas emociones y sensaciones sin quedar del todo satisfechos, conjugando de
infinitas maneras las palabras aunque nos remitamos alguna vez a ciertos
eruditos del arte para simplificar lo que queremos mostrar. Partiendo de esa premisa, escribo.
23/11/2016 Rosy Robayna C.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Porque escribo
Puedo ser leyenda no leída
levantar muros y derribarlos,
escoger el camino fácil y salir bien librada.
Buscarte en un bosque encantado
y besarte las veces que quiera.
Puedo escribir como Neruda, porque así estoy a salvo.
Rosy Robayna (11/11/2016)
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