Mi amigo Ricardo Vergara responde así de lindo:
Querida Rosy:
Es una acuarela de un tal Steve Hanks. Así a primeras podemos decir que es una mujer que en plena lluvia con todo su equipaje a cuestas que está esperando un tren que se aproxima. La pintura me pareció maravillosa. Fue verla e imaginarme una historia. Ya me conoces. Allá va...
Te habías bajado del último tren hacía mucho tiempo; más que bajarte te habían echado de él. Muchos pasaron delante tuyo, ninguno de interés, todos del montón, ninguno que te despertara la ilusión que creías dormida, todos rechazados, todos temidos, todos pasando de largo. Somnolienta en el andén, con la lluvia cayendo en ese momento, con frío y las extremidades entumecidas, ves llegar a lo lejos un tren que parece diferente. Brilla más que los que has visto. En lugar de ir recto sobre la vía va pegando saltos y su sonido es tan divertido que de sólo oírlo, sonríes. Al pasar a tu lado te levantas, como si despertaras de una pesadilla.El tren no para, pero saltas hacia él y te envuelve dentro. Te encuentras en un lugar diferente, cálido, agradable y alegre. Fuera llueve y hace frío, dentro te sientes viva y entusiasta. El tren es largo, tiene muuuchos vagones. Uno de algodón puro, otro de poesía, un tercero donde te sientes segura. Uno con los cristales rotos, que no te gusta. También hay uno de miedo y otro de pura alegría. Y uno precioso de amor sincero. Hay uno donde amanece con tazas de café caliente. Otro con puestas de sol y cariño. Uno que abraza y otro que llora; esos dos están juntos. El vagón restaurante está lleno de sueños y el de equipajes está vacío, donde puedes poner tus cosas cómodamente y es tan grande, que cabe todo lo que quieras. Hay uno que grita y otro completamente en silencio. Uno tiene literas y otro cómodas camas. Otro es un salón de juegos, para niños. En uno de ellos hay flores y rosas, algunas con espinas que hay que saber cogerlas para no pincharte. Hay uno lleno de pasión y otro para cumplir deseos. Uno de color rojo, de sexo por descubrir, lleno de sentimientos. Otro es especial para largos paseos y otro tiene mucho ambiente de fiesta. Sopla el viento en uno, que a veces cambia a tempestades, pero es pequeño. En uno de ellos hay un banco de citas donde charlan dos amigos, ambos con sombrero. Una plancha con comida espera en otro, y hay vino. Una enorme cocina, cálida para preparar platos, espera en otro de ellos. Al entrar en uno notas caricias y besos en el cuello con dulzura. Casi todos de vivos colores. La música que suena es divertida aunque a veces estridente y en ocasiones no es de tu gusto. En un vagón llueven sonrisas y te contagian. En otro, llueven lágrimas cariñosas que te emocionan. Uno tiene cine y ponen películas divertidas con palomitas. Otro tiene una montaña rusa impresionante, llena de sensaciones. Hay uno donde se oye "te quiero" en varias tonalidades. Otro tiene personajes de cuentos, miles de ellos. En uno que entras, al decir algo, se estremecen las pareces y cuando las tocas están vivas. El maquinista que dirige el tren te coge de la mano, sonriente.- Chiquilla, este es mi tren. Hay miles de vagones, pero sólo has visto unos pocos. Algunos te han gustado y otros no. Pero el tren es así, no puedo cambiar los vagones porque forman parte del tren. Al que te da miedo puedo ponerle luz, para que no temas tanto; al que tiene los cristales rotos le puedo pegar papeles para que no entre el viento y haga tanto frío; al que grita pues podría ponerle corcho para que no fuera tan desagradable. Pero poco más puedo hacer. El tren es así. Tiene vagones maravillosos y otros que no lo son tanto. Puedes quedarte toda la vida en él si eres capaz de valorar todo el conjunto. O visitarlo de vez en cuando si toda la vida te parece mucho tiempo.- Es que tengo que pensar, no sé si lo quiero.- Piensa todo lo que necesites. Sube a otros trenes, quédate en ellos un tiempo o toda la vida si es lo que decides. Luego, si quieres, puedes volver a visitar éste. Podría enseñarte nuevos vagones o, si lo prefieres, simplemente visitar los que te hayan gustado si aún están disponibles. Luego vuelves a otros trenes o pasa un tiempo en un andén solitario. Yo quiero a alguien que quiera estar en el tren de por vida, no que suba y baje cuando quiera. Siempre acepto visitas, pero algunos vagones no estarán siempre y ciertos vagones sólo lo estarán para la que se quede toda la vida. Te bajas del tren. Quizá te sientas perdida. Quizá no sepas qué hacer o te guste más otro tren aunque sea completamente diferente. Quizá hayas visto un vagón que no te gusta y sólo recuerdes ese, olvidando los restantes o no teniéndolos en cuenta. Quizá prefieras trenes que descarrilan o que van por oscuros caminos. Quizá no sepas qué quieres. Quizá, simplemente, huyas. El maquinista conduce el tren con seguridad y confianza y siempre sonriente, brillando con luz propia, porque sabe que algún día tendrá un merecido huésped que nunca querrá bajarse. Un beso.
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