Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que solo soy quien soy; de lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.
domingo, 24 de marzo de 2019
viernes, 22 de marzo de 2019
Esas noches
Se dormía y no cerraba los ojos. Yo rezaba un no me dejes, no te marches, un; me duermo contigo. Pero lo hizo y yo, aun despierta, parezco dormida con todo lo que siento, con el bagaje que nos maniataba, cubierta por las sombras de tantos adioses que prometimos no decir, arrastrando mientras tanto todo lo que sigue sucediendo, cada vez que sueltan a la luna.
Fotografía de Marcos Rivero Mentado.
viernes, 15 de marzo de 2019
Estados.
Estaba la Luna tan
tranquila mirando el face en la tablet cuando al Sol le dio por tocar la
zambomba. Unas pocas miles de veces le gustaba molestarla y la Luna le respondía
con su sutil cuarto menguante de mangas. Se llevaban muy bien. Ya era un
secreto universal el tonteo que tenían los dos.
- ¿Qué? ¿Más poetas
Luna?
-Sí. Lo de siempre -suspiró
la Luna sin apartar la vista de la tablet creciendo una ceja.
- ¿Cuántos van hoy?
-Pues uno sin camisa
que es muy tímido se me ha declarado y dos prefieren mi espejo para pintarse
los labios. Ya sabes…
Seguía el Sol dando
por saco con la zambomba cuando preguntó a la Luna cómo iba la discusión con la
chica que le echaba todas las culpas.
-Bueno, estuve
pensando si eliminarla pero me dio mucha pena cuando puso en su estado que
jamás había besado a un hombre con barba. Al final quien le gusta es el chico
de la academia –respondió la Luna chasqueando con fastidio la lengua encogiéndose
de hombros.
-¿Y por eso no la
eliminas? -dijo el Sol parando en seco el instrumento y poniendo en hora el
reloj del Universo.
-No lo hice porque…porque…¡Sol!,
sabes que odio el silencio cuando solo suena el tic tac del Tiempo –dijo la
Luna soltando la tablet y poniendo en verde el semáforo para dar paso a algunas
estrellas que iban de fiesta alrededor de la Tierra.
-¿No lo hiciste
porque? Luna. Luna.
-Porque me muero de
ganas por saber qué será de ti y de mí –respondió la Luna tornándose pálida. Y
tomando la tablet buscó el perfil e hizo
leer en voz alta al Sol lo que decía el muro de la chica.
<<Ayer me
regalaste la Luna. Ahora ya sé que cuando
se doblan las sábanas entre dos…se tarda
más>>.
-¿Y qué problema hay?
-Estoy celosa. Rabiosa,
harta, y llena… muy llena. ¿No lo entiendes? -gritó la Luna escondiéndose tras
el Sol.
-¿Entender el qué?
Luna no te eclipses que te conozco.
Y mientras la Tierra
tiritaba de frío, susurró la Luna sangrando:
-Él…él, le ha
respondido: ¡Eres un Sol!
jueves, 14 de marzo de 2019
Encasillado.
Tú, disculpa que nos tuteemos, y que me quite la ropa: sigue mirándome como símbolo de derrota, de zapatillas baratas llenas de arena y rasguños causados por las rocas. Voy a por mis rubíes.
Tú, sigue mirándome, sí tú, con lástima a mi pobreza, por pánico a mis creencias. Yo rezo a un dios que tiene nombre, a saber tú a quién le rezas.
Tú sigue pensando que porque así me visto, soy uno que siembra el terror, y recoge pobreza, en un país con retraso… Soy el primero en las ciencias.
Tú. Apártate que voy. Las sedas que me cubren, las telas que visto, no cruzan mares en pateras, no le silban las balas ni una espada las atraviesan. No hay armas bajo mis ropas ni intención de poseerlas.
Tú, sí a ti: No descartes que merezco un premio nobel de la paz, o de las letras, o que visto de Armani y soy el ojo que capta lo que no eres capaz de ver, a pesar de que lo ves, y no entiendo cómo no lo ves.
Fotografía de Marcos Rivero Mentado
EL INSACIABLE MARLON
¿De veras no? ¿Pero qué me cuentas? Aquí todos nos nanosatisfacemos y el “Na” de na y el “No” van de la mano… Resulta que la “bestia sexual” del siglo XX fue Marlon Brando y ahora será cierto que Grey espabiló a las mujeres –y acojonó a los hombres-. Y con negros –dios nos asista-. Ha impactado tanto la noticia que no resuenan los orgasmos en las esquinas y las fulanas se nos van a morir de hambre. Tranquilos, es un hecho puntual que sacará jolibu en un guión de buena muerte el próximo siglo, cuando estemos preparados para hablar libremente de sexo, si es que a esas fechas aún existe. Bueno yo me voy –me voy de irme-, ustedes ya me entienden.
miércoles, 13 de marzo de 2019
A...a mamá
- Otro de los motivos por los que maldije querer hacerme mayor fue no contar con que ella ya no estaría. Jamás me dejó tocar su cajita de la costura porque decía que los hilos eran muy caros y que las agujas me podían pinchar. Los caramelos de nata no sabían igual si no salían del bolsillo del delantal de mi abuela; mezcla del calor de su cuerpo, la tersura de su mano y las trabas de madera de la ropa, dando ese toque dulce babeante al caramelo incluso antes de abrirlo. Yo la recuerdo siempre vieja. Nunca me paré a pensar que fue un bebé, que tuvo ocho años, o trece, o veintiuno. Para mí siempre fue una mujer de pelo blanco a la que se le llenaban los ojos de lágrimas, sin perder la compostura, cuando nos vestíamos de blanco para el bautizo, blanco comunión o blanco boda. Sus zapatos negros, brillaban pulcros en esas ocasiones y siempre parecían recién estrenados. Ella olía a… a Mamá, y siempre tenía el fuego encendido. Nunca se quejaba y utilizaba el refranero para dar solución a cualquier problema. Era la reina de la mercromina, el pimentón y el agua de pasote o arroz. Partía el dolor con unas tijeras y la cara sin manos. Sus frases más repetidas eran: No hará falta decírselo a mamá. La familia siempre unida pase lo que pase. El ignorante cree saberlo todo, el imbécil cree tenerlo todo bajo control.
- Hoy he abierto la cajita de la costura. Hay una fotografía. Ojalá y fuera yo la desconocida que está a su lado y no la que mira la foto guardando la compostura porque se acaba de pinchar el alma.
sábado, 9 de marzo de 2019
Es entonces.
Es entonces cuando no me dirige la palabra que todo se
vuelve insoportable. La veo en su ritual de silencio. Con su cruce de piernas y
su mirada perdida, y un suspiro que como trueno inesperado me hace sentir solo. Yo paso
la página de mi libro con rabia para hacer todo el ruido que mis celos me
permiten. Me levanto y leo por encima de su hombro mientras acaricia el teclado
como leen los ciegos “Muérdeme la cadera
hasta que sea a ti a quien le duela y entonces, solo entonces, hazme el amor;
manso o como una fiera.”
Le pregunto si quiere un café y sin mirarme dice sí. Yo creo
que es para que la deje en paz que me dice que sí.
Desde la cocina escucho el golpe de las teclas a segundos
impares y el goteo del café se pone en mi contra. Está sola, sin mí,
escribiendo cosas que solo me dice a mí, que solo hacemos cuando consigo
alejarla todo lo posible del maldito teclado. Cosas que leerán otros.
Le acerco el café y pienso: Mírame. Mírame cuando menos
espero que lo hagas aunque no resista que me pongas la saliva de punta.
Entonces, como si me hubiera escuchado, deja de escribir en
el teclado y comienza a escribir en mi piel. Es entonces cuando me dirige la hora
punta de sus palabras y yo me inclino ante su cruz, y todo se vuelve insoportable
porque ya antes de morderla duele. ¡Joder cómo duele!
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