sábado, 18 de junio de 2022

Me han robado un beso

 

Me han robado un beso: tenía una copia en mi boca, en mi corazón y en mi alma. Tenía copia en  mis últimos treinta poemas, en mis sueños y en mis esperanzas acabadas. Y es que dio un beso al frente y el puzle no encajaba.

Yo bebo, fumo, lloro, mucho, muchísimo y para colmo de males escribo, Y sí, Llámame malcriada.

Pero él continuaba anclado a mi boca como si fuera un oasis o tuviera hambre atrasada.

 Pensé en que la muerte lleva tiempo pisándome los talones. Que hoy la primavera se llama verano y el frío invierno reta al otoño y no condiciona a una poeta.

Entonces me apretó con fuerza. Le puse una mano en el pecho en sentido contrario. Así, como ladeando la cabeza. ¿Y si era el paraíso y no el infierno que esperaba? Quizá un espejismo. ¡Total, ya qué estaba!

Será que me siento sola  y desconcertada porque han llegado a la conclusión en Internet de que Amar es como un plan malvado que intenta jodernos la vida.

Pero él seguía y yo no me dejaba cuando sus manos hacían la desescalada y yo las devolvía a sus orillas porque no sentía nada de nada. Bueno sí, que me habían robado un beso y me sentía desconsolada, como cuando se me perdió mi madre o él dijo hace treinta poemas que no me amaba.

Incliné la cabeza un poco más a la izquierda y suspiré aquel beso que se me alarga. Y mi mano cerró el puño con las uñas clavadas.

Pienso en eso de ser senil porque no hay otra forma de perdonar  y en que estoy condenada a escribir todo lo que me viene a la cabeza.

Entonces recuerdo lo que era Amar; aquella ventana que ni a pedradas rompía una puerta, y siento que  quiere taparme la boca un cuerpo ajeno y que para eso estoy contraindicada.

Y es que yo ¡por el amor de Dios! yo  creo en el Amor verdadero, en el multiverso, en los Reyes Magos, en los milagros, en el curasana, en el “Ya quedamos si eso”.

Entonces le digo, No puedo, Al menos por ahora.

Y llora como un niño, y la culpa deja pasar al consuelo diciéndome duras palabras, Hay otro, Lo sé, Se te nota en la mirada.





jueves, 3 de febrero de 2022

A mi hermano

 Cuando vienes a mi mente siempre lo haces con una sonrisa. No recuerdo ninguna fotografía en la que no sonrías. Te llevo de la mano a la escolanía, al cole, a mi casa… o te rescato de Triana antes de que se entere mamá que bailas con Juani para conseguir vuestro primer micro porque tu gran sueño es cantar y bailar. Te pierdo en almacenes Simago y te encuentro donde los discos -qué susto, nunca te lo dije-. No recuerdo, a pesar de los años de diferencia que tenemos, mi vida sin ti. Te veo bailando y mostrando tus nuevos pasos. Cuando cambiabas mis letras a tu antojo convirtiéndolas en un disparate que te hacía partir de risa logrando una rima escandalosa. También te veo cuando descubriste aquel verso de Camilo “el pájaro de nieve”, y sonrío al recordar la cara de Mari como consecuencia. A Tere de escudo por si acaso y a Ada tronchándose a tu lado agarrando su tripita cómplice de tus perrerías. Preguntando “qué tal lo hago” esperando nuestra aprobación.

Ya te digo, -no recuerdo mi vida sin ti- siempre has estado con esa sonrisa tan tú, y hoy, ¿qué te digo?: que feliz cumpleaños, que la rima del cinco será otro motivo para reír y que me viene la idea de que quizás, hasta fuiste tú quien la inventó. Canta Adán, baila, ríe…ríe siempre hermano. Te quiero.


lunes, 29 de noviembre de 2021

Me suena

 

¡Un brindis!: ¡Por los amigos del nunca acabar!

 

Me mira; o mira un punto en la lejanía, pero me incomoda. Soltamos las copas al escuchar al resto reclamando la comida a carcajadas.

Vuelve a mirarme.

-No estoy llorando- le digo-. ¿No ves que es la cebolla?

Va a lo suyo.

Refunfuño bajito y ni se entera, No; No es por el leñazo que me acabo de dar con la puerta de la alacena mientras tú me miras. Y sí; estoy bien; aunque ni preguntes., Qué feo eres cuando no me miras!, pienso.

Nada. Está concentrado en la tabla, picando tomates. Mezclándolos con crema de leche me salpica.

¡Al fin resuella!

-Imaginas si te ven así en este momento -dice sonriendo.

-Sí, quedarías genial machote; y yo a saber -respondo lamiendo el goteo y paseando mis dedos por los labios provocándolo. Pero nada-. Vamos que están éstos esperando.

Le miro a la cara. Me suena, y recuerdo que fui tras él  y nos quitamos la ropa. Y nada. Terminamos… bueno… terminamos en un, Aquí no ha pasado nada. Porque sé leer sus silencios y todo lo que sigue tiene que ver con querer de otra forma.

Me uní al grupo como cualquiera de aquel montón de gente, así como por categoría: quien la caga y se disculpa, un sitio donde estar, quien avisa de que tienes tomillo en un diente, una palmada en la espalda, un sonido concreto; un adiós intermitente.




martes, 5 de octubre de 2021

Siempre juntos

 Anoche hablaba con unos amigos sobre lo que escribo y por qué lo escribo. Uno de ellos me amenazó diciendo que la mejor forma de joderme, como futura escritora, sería descubrirme ante las redes sociales, desmentir que estoy aquí sentada ante un cigarrillo que se apaga humeante llenando el habitáculo de humo, llorando un pasado que aún duele. Deseando un futuro que no llega. ¡Qué hijos de putas pueden ser algunos eh! Espero que al menos cobren treinta monedas, o algo, y nos alcance para otra copa.

lunes, 19 de julio de 2021

FRANCAMENTE.


 Yo estaba dispuesta a matarte.

Hacerlo a besos y mordiscos.

Hacerlo de pie y en la cama.

A la mesa - y por qué no- desnuda o armada

  entre tu caza y mi rendición.

Dejé pistas en todos los rincones.

Yo misma llamaría a urgencias.

Y vas y me dices

que soy demasiado.

Desde ese entonces prefiero a la gente

que promete algo  que no puede cumplir. 

domingo, 18 de julio de 2021

A tu pregunta:


¿Por qué la gente está loca? Pues mira: nacen libres de prejuicios, pero horas más tarde los obligan a sonreír, a que se unan a la fiesta. Es la forma que tienen de aparentar felicidad. Y ponen un reloj a su lado. Luego aprenden a amarse como los aman los demás, y así les va; buscando la felicidad en los otros, tan egoístas como sí mismos. La libertad se convierte en un disfraz que te dice: cómo vestir, hablar, qué comer, qué te tiene que gustar… cómo actuar. Destruyen todo a su paso y no aceptan equivocarse. Riegan el Amor de miedo y a la Indiferencia la secan al sol –¡con la peste que da!-. Limpian sus culpas plantado un árbol después de haber arrasado un bosque. Luchan por sus derechos, pero no los ejercen –y mira que comprueban, genéticamente, que no nacen con el don de destrozar vidas-.
Y un día, después del duro trabajo, te das cuenta que te enseñaron a no ser capaz de hacerte cargo de tu propia vida. Pero no lo aprendiste. Observas tus manos, triste ser humano, desgastas las canas y deshaces los sueños, y te ves hablando solo con un árbol que creció libre y sin miedo, al borde de un abismo. Y entonces le preguntas que si la gente está loca.

Te recuerdo

Hoy me acordé de ti como todos los días. Aquel roce del sin querer para que jamás nuestros codos se separaran. Cuando sonreías y me descubrías mirando y yo esquivaba la cara pero nunca la mirada, que se quedaba clavada en tus infinitos ojos negros. Me gusta pensar en ti y en tus carcajadas contagiosas, en como de repente cambió tu cara para robarme ese primer beso que se repite en mis recuerdos, con los ojos cerrados y los brazos abiertos, a veces con pasión, y hoy ruego por compasión. Aún recorre mi cuerpo como un fuego que arde y no quema. Hoy tengo un Reto conjugado de esta manera «El tatuaje se deslizaba sobre su piel, retorciéndose y cambiando de forma...»; como el beso primero que no olvido, ni el siguiente ni el último, que recorre mi mente y consuela mi alma, recorriendo mis labios, secando mis lágrimas antes de tu temprana partida.