miércoles, 8 de febrero de 2017

Cerrado por descuido

Ninguna de las llaves entraba ya en la cerradura. Lo que cambió fue el cilindro, no la pestillera. Desde entonces jamás hizo copias y llevó al cuello la única que tenía para no volverla a perder como tantas veces.¨


2 comentarios:

  1. Toda una historia en una sola frase. Mi aplauso con toda la admiración y la envidia por no ser yo el autor de este microrrelato tan perfecto.

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  2. Me sacas los colores. Muchísimas gracias.

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