miércoles, 22 de febrero de 2017

De esos momentos

Te habrá venido la noche gota a gota y el insomnio a bocajarro. La paciencia de no sé dónde y la maldad en lugar de la ternura; algo así como ganas a morder a un bebe en lugar de achucharlo. Si no me entiendes te diré, que yo también reí cuando se le calló el chicle de la boca a mi amigo acabadito de comprar, que levanté las caspas de mis rodillas secas de mercromina, sólo por ver si salía sangre, y los cueros después del sol retando a mis hermanos a ver quien lo conseguía de mayor tamaño. Mordí mis uñas para tocar mejor las cuerdas e hice un nudo en mi pelo a falta de una cinta sin importarme si quedó bien. También mordí con fuerza mi puño para que el dolor fuera más insoportable del que sentía en otra parte de mi cuerpo. Fingí un orgasmo, y más, lloré como las locas diciendo que no era nada y reí, reí mucho fatigada de tristezas. Pisé a posta un charco y disimulé diciendo que no había paso alguno. Saqué la lengua bajo la lluvia sin mirar si me miraban, y me miraron. Pasé largo rato con la mirada perdida y otro tanto mirándome fijamente en el espejo. Acaricié mi cara para saber si era realmente suave, aunque ya era tarde. ¡Qué mezcla! Toda esta cantaleta es para decirte que si no me entiendes, tienes la mala suerte de estar en desventaja.

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