Desperté y mi sorpresa fue que recordaba vagamente lo que había
hecho el día anterior, algo así como que tomaba muy a gusto el sol…Con la cabeza
echa un revoltijo toqué mi cara, mi vientre, miré mis manos. Cada parte de mí
se dividía en capas, decenios de mi vida que tenían una historia con láminas en
lugar de cicatrices Era tierra por los cuatro costados, entre cuatro muros. Un
punto cardinal exacto, hecha a medida con mis grados de risas y llantos, y
longitud poco definida de cada acontecimiento vivido. Había marcas de cimientos,
el primero sólido y abrupto el resto, ya viejos, que alguna vez se utilizaron
para la siguiente situación, eran fallas, falsos movimientos cubiertos a
pedradas, otros que jamás se llevó el viento y en el que alguien gritaba mi
nombre en mi idioma materno. Al final espolvoreado me cubría un montículo en el
que habían plantado malvas. Era cierto que del polvo al polvo no hay mucho
trecho. <<O era del dicho al hecho>>. Era incapaz de moverme y sin embargo algo lo
hacía. <<Yo que sé qué hago aquí>> me dije mientras una excavadora presionaba mi corazón
y dinamitaban mi cerebro. Acabé pidiendo la absolución. Entonces desperté y
respiré aliviada ya estaba plantada en una maceta mientras que alguien me
regaba.
Foto de Saro Gutiérrez Cárdenez
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