sábado, 13 de octubre de 2018

El alma en hilo


Quiero a aprender a coser. Lo tengo decidido. Comenzaré por comprar una tela de tejido ligero que en verano  tenga la calidez del mejor de los deseos y en invierno sea más testigo de besos que de despedidas. La quiero de un color que rime con tus ojos -eso no lo tengo claro-. También necesitaré agujas que no rompan en la entrada o la salida cuando se justifiquen. Hilo, sí; fuerte y a juego también con tus ojos y con la resistencia con la que abrazas o la firmeza con la que  sujetas mi mano, pero que no se note en el acabo. Un dedal, que sabes que soy una chica muy torpe en esto tan desconocido de coser y desbaratar, no sea que me pinche y estropee cualquier parte del tejido y con el alma en vilo tenga que volver a empezar. Alfileres para después hilvanar - ¿o es al revés?- será quizás lo más pesado porque me es complicado y sabes que no sé coser claro… y a veces se me escapan las metáforas. Y un metro que me ayude a entenderte centímetro a centímetro, pero tranquilo, mediré en primer lugar tu pecho izquierdo. Y para que todo esté bien medido y conste que no me olvido, una libreta y un lápiz, ese será quizás el mayor  riesgo pero te aclaro, que  me dejaré el alma en cada segundo porque como bien sabes, no sé coser, ni medir ni cortar, pero quiero aprenderte y demostrarte lo bien que pueden quedarte estas letras.

martes, 9 de octubre de 2018

Ver por hurgar.



Me pillo dios con la mirada perdida y aprovechó para hurgar entre la esquina de los diez mandamientos y el cruce del silencio de los santos y estupefactos prudentes. Y no, no es que me hablara: me dio por pensar y revivir desde los basureros perpetuos, cayendo en la suma de las promesas eternas que lleva, esas que mueren cada día entre sus propias mentiras. Todo fueron porqués, todo fue te lo suplico, todo culpa y mala resignación, pero no sé si recé. La única conclusión que he sacado es que existe, todavía,  porque se apodera de mí cuando tengo el alma partida y él… está en celo.




domingo, 7 de octubre de 2018

Y es que parezco


Pareces otoño con el ruido del frío
cualquiera diría que hasta te conoce
arropando con las mantas de tus ojos veraniegos
besando con el caldo de tus labios al roce.

Pareces mentira que llueve en sequía
cayendo a manojos como hojas de árboles
que se desnudan rendidas antes del invierno
para hacerlo en tormentas como los amantes.

Sí, pareces otoño en este mi invierno
algodón de azúcar por todas mis calles
que parezco mentiras en tus mansas lagunas
yo, acequia de tus abriles primaverales.





Y entonces,otoño.


Y entonces hay frases que se extrañan;
No me olvides nunca, te espero en la cala
sacude la arena, dobla las toallas…

Y el verano estornuda cerca de la playa
con lágrimas secas y nariz congestionada.
Le pones el termómetro echando una manta
 y lo arropas con ternura 
entornando las pestañas.

Y llueve el otoño y despliega otra magia;
mojando la marea, regando las barcas
con el ruido del frío y olor a castañas.

Recordando las frases, sonriendo a las muecas
haciendo preguntas que nunca se acaban
el verano se duerme y le queman las entrañas
con la costa a cuestas
 y amores que aun sudan 
entre las amarras.





#otoño 
#Concurso poesía Zenda Libros-iberdrola

martes, 2 de octubre de 2018

Esencias.


Aquel aroma se fue metiendo por mi piel…por mi sangre hasta los huesos. Entonces comenzó a mezclarse con el olor de la soledad y la tristeza… Ahora huele a te echo de menos, pero te juro que no soy yo. Yo tengo un aroma estable dentro de la gravedad.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y entonces


Y entonces, qué haces entonces…
No sabes si salir o quedarte…
Si morir o matarte…
Si pensarle a posta o sin querer…
Si encender o apagarte…

Pero sientes el impulso de seguir adelante, por mucho que te arrastre el atrás.
Y así lo hice. Salí, anduve; llorando como a gotas impertinentes, moqueando pañuelos, irritando mis ojos que no paraban de llover…con una mano en el pecho que me aplastaba y me empujaba al ayer. Y entré en aquel bar y pedí las copas que quedaron pendientes y entonces me dijo “vamos” y aquella mano en mi pecho cayó desplomada butaca abajo; del me muero, a mis pies… y entonces.



Buenos días.


Pensé en tus labios benignos y fugaces, justo cuando se despertó la mañana con esos ojitos  hinchados y llenos de luz que suelen tener las mañanas de septiembre. Noté la lluvia con olor a  gris, a yerba, a nada de ti…Entonces dejé de escribir en mi pecho. No me gustan los poemas ñoños, ni faltos de rabia, que solo se conjugan con el verbo doler, pletóricos de emociones dislocadas, ni tampoco las palabras; fugaces, ni benignos, -nada lo es-, cuando se refieren al misterio de tus fauces que ponen límites tajantes al  alba, en el que cada mañana… pierdo la magia al antojo de un dios indiferente. Ya si eso…luego se me pasa.