sábado, 8 de diciembre de 2018

Anti-ejemplo




“Seamos como las águilas que cuando hay tormenta vuelan más alto y no como los pajaritos que se esconden entre las ramas de los árboles”.



El otro día escuche: “¿A mí me dan a elegir entre Súper Man y Clark y a quién te crees que elijo?”
¿Qué tienen los chicos malos que los hacen tan atractivos?
Esa aparente mosquita muerta, de repente es un hijo de puta  que no se va a andar con tonterías. Tranquilas femi-risas y femi-cabreadas… Hay algo evidente que nos viene en los genes (consulten en S. Google que yo no tengo ganas de un copia y pega) desde las cavernas con sus piedras pintadas, sus mujeres avivando el fuego, tomando una lanza y defendiendo solas, solas, solas,  a la familia mientras los hombres  iban de caza, pesca…en busca de alimentos y recursos. ¡Qué organizados eran! Yo no sé en qué momento nos volvimos tan princesas esperando a que el duque desenvainara la espada y cayera de boca desde su caballo a nuestras lozanas castañas imperiales –talla más, talla menos–.
 Las mujeres; las de verdad, jamás perdonamos a un hombre que no tenga fuerza en “casi” todos los sentidos en los que se puede definir esa palabra. No hablo de superioridad física, que conste, por eso lo de casi. Hay que tener fuerzas para llorar aunque sigan diciendo que son lágrimas de cocodrilo, fuerzas para pedir ayuda, fuerzas para reconocer que se está enamorado etc. Reconocer incluso una debilidad, sea sexual, comestible, un juego…yo qué sé. Vale, tampoco es cuestión de darles una medalla ni introducirles en el libro de los records como la octava maravilla o, suavizando un poco, una obra de arte plasmada en un libro –la número 99– (iba a escribir 69 pero tengo tos y si me da la risa…)
¿Por qué los malotes? –a estas alturas espero que entiendas que no hablo de maldad que te lo tengo que explicar todo– porque nos atrae alguien que tenga criterio propio, que no sea un pelele, que sea capaz de distinguir y distinguirse. En pocas palabras; “Un Hombre”.
El miedo nos paraliza y tener valor/fuerza, para enfrentarlo no lo tienen los gigantes con pie de barro…lo tienen aquellos, musculitos o no, –ya te lo dije– que se atreven. Eso los convierte en hombres sólidos y por consiguiente, mucho más atractivos.
Toda esta cantaleta es para decirte querido hombre: – ¿A qué pensabas que escribía solo para chicas? –, que no imites a basuras o lo serás. Sé un  malo malote, por favor, pero de los buenos.



EM




Todo comenzó como cualquier nacimiento. Como los ríos esos que nacen, crecen, se reproducen y mueren… ¿Quién detendrá este río? - y a santo de qué- que avanza hacia el mar para morir en un abrazo, evaporarse hasta ser nube, cuando es inevitable volver a llover.


Sigo cuerda de remate 08/12/2018

martes, 20 de noviembre de 2018

Por si te apetece venir



Quiero ir a ser feliz. Tengo el pasaje. Iré con lo puesto, como el día en que mi vida se acabe. Tengo preparado el equipaje; vacío, por si regreso llena de versos y más versos que ocupen el espacio exacto de mi yo sin ti. Por si pierdo la maleta, en un bolso de mano, tengo preparado: La prisa de un algo nuevo por venir. Un eco que me suplique que vaya más lento. Una lima para cualquier desliz. El último deseo de mi cumpleaños feliz. Un ser, un estar y un parecer -por si las moscas, ya me entiendes-. La paciencia y las ganas de vivir –dan igual en qué orden-. El último beso para casos de S.O.S y ese tema que jamás aprendí y tarareo ahora porque me recuerda a ti. Todo el amor que he podido ahorrar para derrocharlo - creo que se dice así…o lo que sea que sea -, será que se conjuga contigo y por eso no lo sé definir. Un protector lunar por si me entra una perreta y resulto ser de esas poetas que solas se hacen temblar. Un globo “azul” por si apetece volar. Mi memoria, -sí, mi memoria que nunca me falte- por si me da por sufrir y prefiero sonreír, que salga veloz al rescate. Un pijama, el que desnuda me queda tan bien cuando me arropo pensando en los puntos y seguidos de todos tus puntos cardinales recorriendo mi recorrido. Y como siempre bolígrafo o lápiz y una libreta, por mi estúpida manía de sentirlo todo. 
Se me dan fatal las despedidas así que…dime: ¿Quieres viajar conmigo o conmigo quieres venir? Aquí también me da igual el orden. 
Cuando regrese –si alguna vez regreso- quiero un motivo de peso que arrase con todo,eso, lo que hoy es presente y me dé motivos para comenzar, o seguir.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Los domingos


Entra en mi cama y me da los buenos días susurrando “hoy puede ser un gran día plantéatelo así”. Besa mi cuello. Suspira en mi cara. Me abraza contra su pecho pasando su pierna sobre mí. Él me ofrece un fantasma silencioso. Retira las sábanas y pasea sus dedos por el rizo impertinente que duerme sobre mi frente siempre en el mismo lugar.
Y yo le pregunto -¿Me dejarás dormir?
Entonces me hace la misma pregunta de siempre, a veces con cariño, a veces impertinente, ¿Te apetece una canción de amor, un café, no pensar y pensar, ninguna de las tres?
 Me acompaña a la cocina tras correr las cortinas y pasa… el domingo pasa.

martes, 30 de octubre de 2018

Plan B

Estoy planeando matar a alguien: será a letras frías, a bocajarro y sin mi estilo habitual; seré discreta, indirecta y en una mezcla de verdad con verdad, pondré todos los ingredientes: 
Encenderé un fuego a grados de temperatura donde no quepa duda de que el paisaje es el adecuado.
Verteré un vaso, da igual medio vacío que a medio llenar, de la caricia inequívoca de mi último amante sobre el espacio en que voy a trabajar.
Un beso de azúcar y una lágrima en su punto de sal.
En un cuenco, acariciando con las manos, previamente acurrucado, espolvorearé un ángel coqueto.
Despertaré a la luna y tomando un cuarto comenzaré a mover lento, muy lento, sin rozar el vértigo sin dejar de sonreír. 
Aunque a punto de nieve dejaré para el final los sueños por cumplir, no olvidaré de añadir: 
El eco de un te quiero que se quedó sin respuesta.
La última canción que hicimos tan nuestra.
El suspiro pillado al vuelo después de habernos amado.
Todos los mensajes escritos a diario, y los que nunca escribí.
Mi diario. 
Mis poemas. 
Mis ganas sin ti.
Una vez finalizado, tras un reposo calculado, lo lanzaré por esta ventana y tú sabrás cómo quieres morir, si lo tomas frío o caliente, o mejor dicho, mueres por morir.


lunes, 22 de octubre de 2018

PARA YO.




Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que  solo soy quien soy; de  lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.




domingo, 21 de octubre de 2018

Consejos


Le pedí que observara cualquier pudiera ser que fuera, que escondiera sus piernas eternas con una falda más larga, que no soltara sus trenzas, ni mirara en los espejos, que puede saber el diablo más por viejo, pero yo no podía engañarla al compararse en los reflejos y descubrir que no era una chica normal, ni del montón, que era jodidamente rara. Era alta, mucho, tanto como su sonrisa larga, como largas eran sus manos y todas sus esperanzas. No es que fuera tímida, yo creo que fue prudente siempre callando emboscadas. Nunca quiso ser mayor, pero yo la obligaba, la obligaba, la obligaba… y en su mirada eterna se dibujó un corazón, y ojeras. Partiendo de la que era; pensadora, mediadora, fantasiosa y educada, se enamoró mil veces y quinientas destrozada, su refugio fue un verso* que a su garganta dañaba. Ella seguía la música, el ritmo, por mucho que no sonara, por mucho que cualquier cualquiera, la intentara seducir con basura literaria. Y mira que le grité –quieres querer, pero no debes- pero se hizo mayor. No escuchaba mis consejos que más que de sabios eran de viejos y yo que la aconsejaba había perdido el control.
Ya no escondía sus piernas eternas, se había cortado el pelo y como a Sansón en su duelo le asqueaban los espejos y su sonrisa era larga, muy larga, como escasos mis consejos. Y con una belleza osada, -la de siempre, la jodidamente rara-, me encontró en un reflejo, me sentó al teclado y se despidió de mí, callada, muy callada, obligándome a escribir:* Nadie logró tenerla nunca porque nadie supo amarla.