viernes, 5 de abril de 2019

La casa.


Abrí todos los cerrojos y nos fuimos conociendo poco a poco. Me fuiste dando la forma más cómoda y así me hice a la tuya dando luz a tus mañanas y abrigo a tus noches. Pero pronto comprendí que mis espacios, a veces tan pequeños, se te hacían grandes y también comprendí lo mal que lo pasabas cuando decías que yo te caía encima. Escuché tu llanto y acomodé tus malos humores conociendo así la oscuridad más cerrada. Cerraste todas mis ventanas y más de alguna vez soporté tu puño en mi pared cuando a cal y canto mi única puerta quedó destrozada. Mira que soporté la presión de que me dijeras que cualquier nunca te largarías para no volver, y yo me hacía la fuerte para luego  acompañarte en la soledad tibia de mi estancia. Muchas noches me dejaste sola asegurándote de que ni una sola estrella quisiera contarme por qué hacía tanto frío, o que la luna se filtrara por una esquina… para regresar borracho de cansancio, borracho de amores, borracho de esas botellas que dejabas vacías como un trofeo en cualquier esquina recordándome quién era el dueño de la casa. Pero mi dirección siempre fue la misma: amar, dulce amar.
Han pasado años desde que te fuiste. Muchos me miran con miedo, con lástima, con intriga, con alegría…Se detienen, miran y se van… pero mi puerta está siempre abierta porque con el tiempo  me da igual quien quiera quedarse o marchar. Quien quiera sacar de mí lo que sea porque cree que poseo potencial, quien se atreva a pintar mis paredes o a sostener mis vigas y rayar sobre el rayado de mi empañado cristal.
Temo cerrar mis ventanas y escucharte decir otra vez que soy tonta, fea, estúpida, insuficiente, mediocre, puta…y es  entonces cuando tiemblo desde los cimientos. Aunque más temo que si alguna vez regresas aspires profundamente lo único que me mantiene en pie; mi esencia, y digas, Hogar, dulce hogar. Y jamás pueda recuperar mis llaves.

jueves, 4 de abril de 2019

Suprimir

Hombre 54 está escribiendo>>>>>>>>>>
Fuiste de las conversaciones más chorras que he tenido, también la más profunda. Éramos amigos y compartíamos todo, pero en aquella verbena después de tres empujones y un par de besos, las cosas cambiaron. Está claro que hay amistades que se pierden cuando media una cama…o una esquina a oscuras detrás del escenario. Te he recordado durante todos estos años, pero no todo el tiempo. Recuerdo que desafinabas en tu empeño de aprender a tocar la guitarra y que te regalé un cancionero de tangos. Siempre te dije que escribías mejor de lo que tocabas. Yo quería aprender a pintar y me salía de todos los bordes de mi cuaderno de dos rayas, cuando intentaba captar todas esas muecas que hacías al hablarme. Me regalaste una caja de Carioca – ¿te acuerdas? – me dijiste que algún día sería el mejor padre del mundo. Luego desaparecí sin decir nada y no te imaginas cómo me arrepiento. Ahora soy un pintor de esquinas con un baúl a cuestas y tú una escritora de blog –te he buscado en internet–.
Tu foto de perfil me está volviendo loco. Ella es una copia perfecta de cómo eres tú en todos mis borrones de todos estos años. Llevo días hablándote sin decirte quien soy. En tu biografía dices que sigues viviendo en el mismo sitio, que eres soltera, que eres profesora del conservatorio y que ella es el amor de tu vida.
Ya sé que sabes quién soy, aunque no lo digas a pesar de tantas horas de chat. Empiezo a creer que tú crees que es un juego.
Sólo te he pedido vernos y me has dicho “No”
Cómo me gustaría explicarte el por qué me fui, y aparezco después de tantos años. Quiero saber quién fui, quién he sido, y sobre todo si tengo la oportunidad de ser alguien hoy en vuestras vidas. Pero me temo que tu respuesta es bien clara. La he escrito en todos los colores de mis lápices, pinceles, rotuladores…y no me gusta cómo queda, en tu estado, eso de “Bienvenida a los septuagésimo segundos juegos de un hombre”
<<suprimir…

martes, 2 de abril de 2019

Ella

A la mujer que fui nunca la quise ni la querré. A la mujer que fui la tengo secuestrada, maniatada, y sólo le consulto cuando dejo de creer en el amor y me rasca el fieltro de mi coraza. A la mujer que fui le debo espacios y tiempos ganados a pulso. Pero le tapo la boca por si acaso. A la mujer que fui le debo experiencia y aprendizaje y todas las cicatrices de su época de mercenaria de mi coraje; por eso le hablo en pasado a su cara de fragmentos desesperados. A la mujer que fui la amenazo con la indiferencia que hoy poseo cuando se abre una ventana, mientras ella da patadas a la las puertas que jamás cerré.

domingo, 24 de marzo de 2019

Al octavo día


Y al octavo día dios creó al escritor. No  iba a dejar impares las costillas del  poeta. Cuando Eva fue tentada, como castigo, Dios, la convirtió en musa para Adán…si no escribía se sentía morir. Cuando Dios vio que Adán la adoraba más que a su Ser,  comenzó a susurrarle a Eva para que le dictara a su hombre, y así quitarle el poder del que le había dotado, sin que el mundo notase que Dios, también es celoso.  Pero Eva comenzó a escribir los susurros de Dios porque se sentía morir si no lo hacía y, éste, se enfado tanto que los abandonó a las letras.
Por eso, desde el principio, se cree que el poeta se inspira en su musa y la poeta en su único dios, y lo que surja.

Para yo.

Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que solo soy quien soy; de lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.


viernes, 22 de marzo de 2019

Esas noches


Se dormía y no cerraba los ojos. Yo rezaba un no me dejes, no te marches, un; me duermo contigo. Pero lo hizo y yo, aun despierta, parezco dormida con todo lo que siento, con el bagaje que nos maniataba, cubierta por las sombras de tantos adioses que prometimos no decir, arrastrando mientras tanto todo lo que sigue sucediendo, cada vez que sueltan a la luna.






Fotografía de Marcos Rivero Mentado.


viernes, 15 de marzo de 2019

Estados.


Estaba la Luna tan tranquila mirando el face en la tablet cuando al Sol le dio por tocar la zambomba. Unas pocas miles de veces le gustaba molestarla y la Luna le respondía con su sutil cuarto menguante de mangas. Se llevaban muy bien. Ya era un secreto universal el tonteo que tenían los dos.
- ¿Qué? ¿Más poetas Luna?
-Sí. Lo de siempre -suspiró la Luna sin apartar la vista de la tablet creciendo una ceja.
- ¿Cuántos van hoy?
-Pues uno sin camisa que es muy tímido se me ha declarado y dos prefieren mi espejo para pintarse los labios. Ya sabes…
Seguía el Sol dando por saco con la zambomba cuando preguntó a la Luna cómo iba la discusión con la chica que le echaba todas las culpas.
-Bueno, estuve pensando si eliminarla pero me dio mucha pena cuando puso en su estado que jamás había besado a un hombre con barba. Al final quien le gusta es el chico de la academia –respondió la Luna chasqueando con fastidio la lengua encogiéndose de hombros.

-¿Y por eso no la eliminas? -dijo el Sol parando en seco el instrumento y poniendo en hora el reloj del Universo.
-No lo hice porque…porque…¡Sol!, sabes que odio el silencio cuando solo suena el tic tac del Tiempo –dijo la Luna soltando la tablet y poniendo en verde el semáforo para dar paso a algunas estrellas que iban de fiesta alrededor de la Tierra.
-¿No lo hiciste porque? Luna. Luna.
-Porque me muero de ganas por saber qué será de ti y de mí –respondió la Luna tornándose pálida. Y tomando la tablet buscó el perfil  e hizo leer en voz alta al Sol lo que decía el muro de la chica.
<<Ayer me regalaste la Luna. Ahora ya sé que  cuando  se doblan las sábanas entre dos…se tarda más>>.
-¿Y qué problema hay?
-Estoy celosa. Rabiosa, harta, y llena… muy llena. ¿No lo entiendes? -gritó la Luna escondiéndose tras el Sol.
-¿Entender el qué? Luna no te eclipses que te conozco.
Y mientras la Tierra tiritaba de frío, susurró la Luna sangrando:
-Él…él, le ha respondido: ¡Eres un Sol!