domingo, 7 de abril de 2019

Pero, qué va...


¿Y si te doy un beso? Un beso y me voy. Me marcho y no lo juro, que en esos casos no soy mujer de palabra. Si pudiera solo besarte. Un solo beso. ¿Qué no daría? Pero luego me conozco y ¡qué va! Si no me conformo con un beso porque acariciaría tu cara y diría <<mas que sea eso>> Pero ¡qué va!, que mis manos se aprovecharían y asaltarían tu espalda y me conformaría con besarte y abrazarte, y  con mi respiración entrecortada te apretaría con fuerza, con la mayor de mis ganas. Pero ¡qué va! que  luego me aprietas contra ti y se me escapa un contoneo y lucharemos cuerpo a cuerpo por encontrar apretados ese sitio del deseo. Un beso y un abrazo y ese leve contoneo y ya, ya está. Pero ¡qué va!, que el viento sonará por tu boca y la lluvia entre mis piernas no encontrará la coartada  y diré titubeante, mentirosa y muy altiva,  que sólo sería placer, que soy mujer de un solo día, pero qué va que me conozco   ¡Vaya que si me conozco! y sé que no pararía. Bueno, va.  ¿Te beso o no te beso? Si te beso estoy perdida.

viernes, 5 de abril de 2019

La casa.


Abrí todos los cerrojos y nos fuimos conociendo poco a poco. Me fuiste dando la forma más cómoda y así me hice a la tuya dando luz a tus mañanas y abrigo a tus noches. Pero pronto comprendí que mis espacios, a veces tan pequeños, se te hacían grandes y también comprendí lo mal que lo pasabas cuando decías que yo te caía encima. Escuché tu llanto y acomodé tus malos humores conociendo así la oscuridad más cerrada. Cerraste todas mis ventanas y más de alguna vez soporté tu puño en mi pared cuando a cal y canto mi única puerta quedó destrozada. Mira que soporté la presión de que me dijeras que cualquier nunca te largarías para no volver, y yo me hacía la fuerte para luego  acompañarte en la soledad tibia de mi estancia. Muchas noches me dejaste sola asegurándote de que ni una sola estrella quisiera contarme por qué hacía tanto frío, o que la luna se filtrara por una esquina… para regresar borracho de cansancio, borracho de amores, borracho de esas botellas que dejabas vacías como un trofeo en cualquier esquina recordándome quién era el dueño de la casa. Pero mi dirección siempre fue la misma: amar, dulce amar.
Han pasado años desde que te fuiste. Muchos me miran con miedo, con lástima, con intriga, con alegría…Se detienen, miran y se van… pero mi puerta está siempre abierta porque con el tiempo  me da igual quien quiera quedarse o marchar. Quien quiera sacar de mí lo que sea porque cree que poseo potencial, quien se atreva a pintar mis paredes o a sostener mis vigas y rayar sobre el rayado de mi empañado cristal.
Temo cerrar mis ventanas y escucharte decir otra vez que soy tonta, fea, estúpida, insuficiente, mediocre, puta…y es  entonces cuando tiemblo desde los cimientos. Aunque más temo que si alguna vez regresas aspires profundamente lo único que me mantiene en pie; mi esencia, y digas, Hogar, dulce hogar. Y jamás pueda recuperar mis llaves.

jueves, 4 de abril de 2019

Suprimir

Hombre 54 está escribiendo>>>>>>>>>>
Fuiste de las conversaciones más chorras que he tenido, también la más profunda. Éramos amigos y compartíamos todo, pero en aquella verbena después de tres empujones y un par de besos, las cosas cambiaron. Está claro que hay amistades que se pierden cuando media una cama…o una esquina a oscuras detrás del escenario. Te he recordado durante todos estos años, pero no todo el tiempo. Recuerdo que desafinabas en tu empeño de aprender a tocar la guitarra y que te regalé un cancionero de tangos. Siempre te dije que escribías mejor de lo que tocabas. Yo quería aprender a pintar y me salía de todos los bordes de mi cuaderno de dos rayas, cuando intentaba captar todas esas muecas que hacías al hablarme. Me regalaste una caja de Carioca – ¿te acuerdas? – me dijiste que algún día sería el mejor padre del mundo. Luego desaparecí sin decir nada y no te imaginas cómo me arrepiento. Ahora soy un pintor de esquinas con un baúl a cuestas y tú una escritora de blog –te he buscado en internet–.
Tu foto de perfil me está volviendo loco. Ella es una copia perfecta de cómo eres tú en todos mis borrones de todos estos años. Llevo días hablándote sin decirte quien soy. En tu biografía dices que sigues viviendo en el mismo sitio, que eres soltera, que eres profesora del conservatorio y que ella es el amor de tu vida.
Ya sé que sabes quién soy, aunque no lo digas a pesar de tantas horas de chat. Empiezo a creer que tú crees que es un juego.
Sólo te he pedido vernos y me has dicho “No”
Cómo me gustaría explicarte el por qué me fui, y aparezco después de tantos años. Quiero saber quién fui, quién he sido, y sobre todo si tengo la oportunidad de ser alguien hoy en vuestras vidas. Pero me temo que tu respuesta es bien clara. La he escrito en todos los colores de mis lápices, pinceles, rotuladores…y no me gusta cómo queda, en tu estado, eso de “Bienvenida a los septuagésimo segundos juegos de un hombre”
<<suprimir…

martes, 2 de abril de 2019

Ella

A la mujer que fui nunca la quise ni la querré. A la mujer que fui la tengo secuestrada, maniatada, y sólo le consulto cuando dejo de creer en el amor y me rasca el fieltro de mi coraza. A la mujer que fui le debo espacios y tiempos ganados a pulso. Pero le tapo la boca por si acaso. A la mujer que fui le debo experiencia y aprendizaje y todas las cicatrices de su época de mercenaria de mi coraje; por eso le hablo en pasado a su cara de fragmentos desesperados. A la mujer que fui la amenazo con la indiferencia que hoy poseo cuando se abre una ventana, mientras ella da patadas a la las puertas que jamás cerré.

domingo, 24 de marzo de 2019

Al octavo día


Y al octavo día dios creó al escritor. No  iba a dejar impares las costillas del  poeta. Cuando Eva fue tentada, como castigo, Dios, la convirtió en musa para Adán…si no escribía se sentía morir. Cuando Dios vio que Adán la adoraba más que a su Ser,  comenzó a susurrarle a Eva para que le dictara a su hombre, y así quitarle el poder del que le había dotado, sin que el mundo notase que Dios, también es celoso.  Pero Eva comenzó a escribir los susurros de Dios porque se sentía morir si no lo hacía y, éste, se enfado tanto que los abandonó a las letras.
Por eso, desde el principio, se cree que el poeta se inspira en su musa y la poeta en su único dios, y lo que surja.

Para yo.

Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes? Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y desprotegida. Yo, que solo soy quien soy; de lágrima contenida, no la fácil, esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades, realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida. Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me duelen todos mis versos… y respondo no.


viernes, 22 de marzo de 2019

Esas noches


Se dormía y no cerraba los ojos. Yo rezaba un no me dejes, no te marches, un; me duermo contigo. Pero lo hizo y yo, aun despierta, parezco dormida con todo lo que siento, con el bagaje que nos maniataba, cubierta por las sombras de tantos adioses que prometimos no decir, arrastrando mientras tanto todo lo que sigue sucediendo, cada vez que sueltan a la luna.






Fotografía de Marcos Rivero Mentado.