Donde me queda algo intacto no es que nadie alcanzara. Ahí mismo se quedaron todas las ganas, marcharon
sin exigencias marcadas. Desde mí se arroparon sin desgastar mis sábanas, mas
dejaron un lamento que ralla de sal el alma. A ver: no es que partieran
voluntariamente. No es que yo les dijera vete ni un vete me impusieran. Fue
como cuando escribo fingiendo que no siento lo que siento y resulta que no
puedo dejar de sentir... Inevitable.
miércoles, 18 de abril de 2018
viernes, 9 de marzo de 2018
Currículo Vitae
Me han tratado toda mi vida como una resta extraña
que suma impedimentos a mi vida laboral –mí, me, misma, conmigo-, y a la
pirámide de Maslow, que arrastro por ser
mujer, de la que no he pasado de los primeros peldaños. La fórmula perfecta
para conseguir igualdad es, la suma de impedimentos más-menos, la resta de
oportunidades, multiplicada por las normas nuevas, -en las que tropiezas
durante toda tu vida laboral-, y las
condiciones logarítmicas que se sacan de la entrepierna ciertos empresarios –así no te sale la fórmula ni de coña-. Un
disparate matemático que te jode emanciparte del círculo de la frustración de
ser mujer/menstruación/embarazo/esclava/discriminada/sexo débil… y un largo
etcétera.
Estudié lo
que pude y como pude porque no nací con poder económico ni en un lecho familiar
de vida acomodada, pero estudié. Busqué trabajo y por ser mujer me rechazaron
bobocientas veces; por ser demasiado joven; por no tener experiencia; por tener
una carga familiar e incluso por no pertenecer a ese grupo de madres solteras
de la época. Trabajé en condiciones precarias y por un mísero suelo –con y sin
seguro-. Era mi mísero sueldo, que yo intentaba estirar para seguir adelante,
pero se iba al menos infinito antes de cada fin de mes. Recuerdo que me dispuse
a pedir una ayuda, especial para mujeres con carga familiar, pero no había
cumplido los treinta. Luego cambiaron la edad y se me había pasado. Como ven
los números no son siempre los adecuados. También se me pasó la ayuda secreta
de los cuarenta y ahora espero a la de los cincuenta. Nunca tengo la edad
apropiada según la FIFO de la Administración ni para cursos remunerados. El último
rechazo fue por tener demasiados estudios para acceder a dichos cursos –ay que
joderse-. Ahora a mi casi medio siglo, la mala salud no me permite seguir dando
fruto y soy de las que se quejan del 0.25. Cierto que hay una diferencia
notable entre lo que teníamos antes y tenemos ahora, pero sigue sin cuadrar, y
por más que sumes jamás dará el resultado deseado en la variable, porque
siempre aparece una jodida resta (restar es sumar un opuesto) y la igualdad no
cuadra si no se aíslan las variables.
lunes, 5 de marzo de 2018
Dime de qué te quejas y olvidarán de qué careces
Las quejas de este siglo huelen a cerrado a moho a sofá que
aguanta todo. Las quejas de este siglo se copian y pegan, se quejan de sí y no
se quieren dar cuenta a fin de cuentas. Las quejas de este siglo están llenas
de errores, pero eso es lo de más. Están faltas de información y formación. Las
quejas de este siglo están llenas de resentimientos, de lágrimas del pasado
siglo que nadie ve; empolladas al dedillo, olvidadas de un revés. Y es que a los de la vieja escuela no nos
sirven los recambios, y no nos salen las cuentas, ni por
justa media ni en su justo grado ni en el más podrido juicio.
jueves, 8 de febrero de 2018
Se me ha muerto un poema
Se me ha muerto un poema; tenía tanto qué decir. Lo dejé a
un lado para que descansara mientras yo me lo pensaba. Le di calor cuando estaba fría y aliento cuando el aire me
faltaba…
Lo acosté de un ladito, no quería ni las migajas. Le di la
vuelta, pero no, no respondía. Exhaló un suspiro… no sobrevivió.
Se me ha muerto un poema mientras yo me resistía y por terca
y absurda, por no creer que NO le perdía, le perdí.
miércoles, 7 de febrero de 2018
Miau
Cariño si estás leyendo … :
… Que cuando me quito las letras y tú dejas a un lado el
papeleo, es el mejor de los momentos. Nuestro bestial momento…Tú duermes a mi
lado y yo pegadita al tuyo. En cualquier momento volamos y explotamos como pompas
de jabón, los dos juntos o por separado, cada uno por su lado, tan dentro de lugar.
Tú eres mi bello animal y yo tu dulce fiera, un cachorro que se crece entre
sábanas revueltas -me gusta que entiendas que no soy mansa y menos una princesa-,
y entre mordiscos y arañazos lamemos
heridas, yo las tuyas, a veces las mías… Se nos olvida que nos queremos, que
estamos enamorados -dos peleando en el mismo bando-, y todo lo que escribí se vuelve carne, un
conjuro desesperadamente preparado cuando no has llegado y escribo cualquier cuento, excitantemente resuelto cuando jugamos a lo que jugamos.
Claro que no sabes
que sin querer hago trampitas –miau-; triplico el placer, domino a la bestia, le
muestro a su hembra, y de paso, me nutro de tu cuerpo para la próxima estrofa.
sábado, 3 de febrero de 2018
Pero.
A pedir de boca parecen marchar las cosas hasta que
aparecen. Están preparados para eso, para hacerte sentir bien, con miradas insinuantes,
palabras bonitas, y gestos de caballerosidad. Visten y se acicalan con mesura solo porque
saben que estarás ahí y pueden sacar partido.
No tienen interés en conocerte; como mucho te preguntarán tu
nombre pero lo olvidarán en cero coma. Saben de sobra donde te mueves, qué te
gusta y hasta dónde estás dispuesta a llegar, no te quepa duda que para eso
también están preparados.
Vendrán contándote historias que ya publicaron en vinilo
otros y que aprendieron de memoria su no
sé qué gen, hormona y neurona… con la
intención de que les escuches por las dos caras y le des asilo entre tus
piernas. Contarán chistes como la gran novedad y como la gran novedad te
hablarán de amor –pandilla de cursis-, en caso de emergencia procurando que se
te salten hasta las lágrimas a la altura de su bragueta, diciendo que no eres
su media naranja después de ser exprimida.
Sin embargo de cuando en vez, un extraño irrumpe en tu vida.
Aparece siguiendo los mismos rituales pero con la contraria intención, y como siempre le mandarás a
la mierda.
Lástima que te pases la vida teniendo cuidado.
martes, 30 de enero de 2018
¡A propósito de olvidar!
Me he acostumbrado a soñar despierta a olvidar despierta. Sé
que lo volveré a hacer; soñar cuando quiera y olvidar desde que quiera y no es
la primerita vez. Controlo tanto lo que sueño como a quien olvido y me va bien.
Me he propuesto olvidar a alguien que no sabe ni que estoy aquí y le tengo tan
cerca… No sabe que le sueño cuando me da la gana y le olvidaré de la misma
manera porque ya me sé el ritual. Como dije antes, me he acostumbrado a soñar
despierta a olvidar despierta, aunque tarde toda la vida, porque de mis
pesadillas no soy dueña.
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