jueves, 6 de junio de 2019

Ella misma


Una poeta no muere de tristeza –a mí me lo van a decir–, amanece respirando soles, trasnocha con la luna y ni aún así, se siente satisfecha hasta que muere de amores.
Una poeta se pierde a posta y sin querer –si lo sé yo–, en la colección de heridas
que alumbran unos ojos hasta que se encuentra en las simplezas.
Una poeta no se distrae con la paja del ojo ajeno –te lo aseguro–, siempre encuentra una espina en una parte de su cuerpo que jamás sintió y entonces irremediablemente escribe.
Una poeta no se rinde –qué va–, a menos que sea a las puertas de su musa hincando la rodilla en su ascenso al declive.
Una poeta nunca se despide del todo –ya te digo–, porque la palabra adiós jamás será la última… tambaleante hasta un pronto.
Una poeta no desaparece si no la lees –cómo decirte–, desaparece cuando no escribe todo lo que acontece y ahí muere, ignorada por el ser más frágil que ha conocido.





martes, 4 de junio de 2019

Y qué de ti.

         Me amaron mal, una vez y dos y cien.
           Lloré con las canciones que hablaron de mí.
      Escribí historias que jamás me sucedieron.
           La perfección jamás me sedujo.
                Amé mal, cuatro, cinco y setenta veces siente.
             Me dedicaron canciones que no merecí.
            Escribieron mi historia sin saberlo.
            Adoré la imperfección por descontado.
     Y apareciste tú.
      Como aparece la peor de las noticias.
  Como quien recibe una multa.
  Como quien pierde las llaves.
 Como cuando se me hace una carrera en la media
  o como cuando me muerdo la lengua.
   Entonces rompí el peor de mis poemas
  en pedacitos pequeños
  para que jamás supieras de mi pasado.
Lo único que sé es que nunca quise a nadie que estuviera tan roto.  

I+D

Hoy empieza mi venganza. Me vengaré de todos los que se han reído de mí desde mi niñez hasta el día de hoy, señalándome con el dedo por llevar la vida que me obligaron a seguir; vistiendo a su gusto y moda, sin tener en cuenta que adecentarme me ridiculizaba. Regalándome muñecas en el día más apostólico. Fajando mis pechos, cerrando mis piernas, cruzando los brazos, y la cara. Nunca fui dócil, ni dulce ni musa y por ser como soy, me niego a seguir con su matriarcado. Hoy su campo santo grita y se retuerce porque no soy digna de su tierra ni sus rezos a mi alma en pena. ¡Hipócritas! Hoy empieza mi venganza.¡Sí! : mientras deciden si me declaran santa me mantengo “ahí”, a la espera de sus recicladas conciencias.

lunes, 3 de junio de 2019

Bienaventurada


 Tiró de mi mano; olor a lejía, manchas de azafrán, uñas destrozadas, callos cansados; del roce continuo del palo de la fregona,  amenazando con una rama de romero a cambio de veinte duros. Miró mi mano. Se marchó deseándome suerte sin cobrar por su cara de asombro. Busqué sombra en Galerías Preciados oliendo el romero fresco. Miré mis manos como lo hago ahora, y cada vez que la recuerdo, esperando un sentido a la cara de aquella mujer que me miró con lástima.

sábado, 25 de mayo de 2019

La botella


Una voluta de humo  asoma por la corona de la botella –cuidado con lo que deseas –dice la voz ronca intentando aclarar su garganta. Las imágenes se suceden:

Como si solo con desear ser mayor se fuera a cumplir preparo el hechizo añadiendo purpurina. Sonrío.
1- Dibujo la palabra Amor. Tan chiquita, y ya con mayúsculas. Esa boquita de leche  embadurnada de geranios busca las causas de todos los efectos. Fuerzo la sonrisa.
2- Un río rojo cae a los tobillos y todo en lo que creo se convierte en mierda. Muerdo una mano.
3- Alguien dice –no grites, empuja, empuja...  Es una niña–. Busco un lugar donde llorar.
Desde entonces sé que lo contrario a ser niña  es el miedo.
Lo siento –tantísimo–.

domingo, 19 de mayo de 2019

Oye


Se hacía el sueco cuando le hablaba <<este me va a oír>>. Terminé plantándole cara, Oye, ¿quién te has creído que eres? Tantas miraditas y notitas… Dime al menos que no te intereso y ahórrame el bochorno.  ¿Me oyes?
 Agitó dos dedos delante de su cara. Tocó mi barbilla obligándome a  mirarlo. Se llevó  la mano al pecho cerrando fuerte su puño y me señaló dulcemente. Entonces me dio un beso de esos que jamás prescriben.


viernes, 17 de mayo de 2019

A saber


“Quién será el que me quiera a mí…” Quién le dará la vuelta a mi mundo a ver si es más hermoso. Que enseñe a mis manos a hacer caminos, y mis ojos lo recorran con paciencia. A saber por dónde andará quien acabe con mis yo nunca y con todas las palabras terribles que atribuyo a las cosas bonitas. El que esté dispuesto a pasar por la vicaría aunque le diga que no. El que se fíe tanto de mí, que no le importe preferirme vestida. Quien me deje decir la última palabra y dar el último beso, y el primero.
Que me haga volar sin tomarme en brazos y cuando me tome le apetezca pararse conmigo. El que me muestre que todas las notas también pueden ser si, y mis mejores acordes al timple comiencen por no sostenido. El que al leer mi poesía, dude de si me conoce todavía y tenga interés en conocerme. Quien deje una nota “nos vemos allí, donde el sauce llora con el río" o “si quieres volver a cenar conmigo cuando las luciérnagas estén volando…” En definitiva: Vete tú a saber dónde estará ese que sin ahogarme pueda inundarme y sienta; “esa clase de certezas que solo se presentan una vez en la vida”.