sábado, 25 de enero de 2020

Miedo


Nuevo Reto: El texto de esta semana debe contener las palabras Esperpento, Plenilunio, Sombras, Mantequilla...


En un país muy, muy,  cercano, vivía muy feliz un pequeño miedo muy juguetón que estaba deseando crecer y saber a cuál de los dos ejércitos iba a pertenecer en el reino del Miedo al Miedo.  Debía esperar al plenilunio para pasar una prueba, pero era muy ansioso, y un día, jugando  al pilla-pilla, quiso hacerse notar asustando a un niño. Pero el niño le giñó un ojito diciendo, Los monstruos son divertidos.
El miedo, con cara de espanto, salió corriendo y asustado en un rincón comenzó a llorar.
El rey del Miedo al Miedo se enteró de lo sucedido y convocó la noche del plenilunio a sus dos ejércitos. Éstos, llegaron de todos los reinos, imperios, aldeas y rincones del mundo. Todos hablaban el mismo idioma.
A su izquierda se formó un pelotón pequeño y potente de soldados armados hasta las cejas con sus poderosas armas. Ataviados con unas espesas capas negras esperaron en silencio. Eran altos, fuertes, fríos. Tenían una mirada veraz… profunda, y si los observabas detenidamente se escuchaba su chirrear de dientes sin mover sus bocas. Su presencia te paralizaba. Olían a miedo.
A su derecha, se formó el otro ejército; millones y millones de soldados se iban formando perdiendo su número en la fila hasta rozar el horizonte de la obscuridad. Eran de todos los tamaños, algunos fuertes, otros no tanto. Tibios y sonrientes. Algunos casi indescriptibles; una especie de ridículo esperpento. Tenían las caras pintadas de blanco, y en lugar de armas llevaban lápices de colores. Olían a mantequilla.

Un golpe seco contra en suelo ordenó el silencio. De las sombras del ejército pequeño surgió La Guadaña que llevaba al pequeño miedo por una oreja.
-Mi lord –dijo La Muerte  soltando al pequeño de rodillas ante el rey, y tras una leve caricia por la mejilla del pequeño dio un paso atrás.
- Te atreves… siendo… tan… pequeño… a desafiarme  –tronó la voz del rey-. Tú solo te has condenado.
El rey del Miedo al Miedo sacó de su bolsillo unos lápices de colores  obligando al pequeño miedo a tomarlos entre sus manos temblorosas.
 El imponente ejército,  golpeó el suelo con un solo paso de formación en dos  filas; un pasillo exacto por el que el rey se alejó en procesión. Tras él, iba la fría Muerte.
 Entonces, aquel miedito secó sus lágrimas. Tomó un lápiz blanco y pintó toda su cara. Con el rojo la nariz, y con el azul una sonrisa de oreja a oreja. El gran ejército de  payasos rompió la fila, y despeinándolo, abrazándolo y haciéndole cosquillas, le dio la bienvenida.

viernes, 24 de enero de 2020

A la hora en punto.




Después de su atracón matutino de lágrimas con leche, salió sin rumbo como cada mañana y terminó en la Calle Triana. El olor a tortilla, café y rancho, recorría las calles. -Poco se habla de ellas, las cocineras de nuestro mundo siempre pendientes de que todo esté a la hora en punto, a las que no se les da jamás las gracias aunque rebañes el plato, y poco o nada se hablará de mí y de mis noches pegado a una botella llorando a un portarretrato vacío -dijo. Recordó la Vía Diano Manira al mirar los baldosines y la vía láctea empañó sus ojos cara abajo. Pronunciar su nombre provocaba dolor. -Me lo voy a prohibir -dijo.
Miraba los escaparates sin percatarse de nada en concreto, pero imaginaba que antes de ella, aquel comercio vendía colmillos de elefante, caracolas, telas de la India y recordó que alguien le dijo que un domingo se abrió para una reina que no compró nada. Continuó su camino. La tremenda pompa de jabón le cayó encima y reaccionó como si por mandato divino alguien le dijera << ¡Ciao!>>. Al ver aquella sonrisa que pedía mil disculpas, fue más consciente que nunca de que todos los caminos conducen a Roma, pero el destino le esperaba en Triana. Ella disparó su cámara inmortalizándolo para siempre; ridículo, empapado, con cara de circunstancias y conteniendo una sonrisa. Desde entonces es payaso y poeta y Roma y romántico y Triana y títere…y feliz, porque ese día fue el comienzo del fin, y sabe que hay finales que merecen la pena, sobre todo, cuando te han roto tantísimas veces las cosquillas, y principios que te quitan la botella cuando estás al borde del acantilado.

lunes, 20 de enero de 2020

Tiempo carnal.


Este año me presento a Reina del Carnaval. Cuando se lo dije a mi novio creo que no le hizo mucha gracia. No sé… llámalo intuición, llámalo la cara que puso o llámalo que se tiró al suelo a desmoñarse cuando me comparó con el resto de las participantes. No sé. Pero ahí estaría yo representando al C.C. Las Cacharras vestida de cocotero y llena de purpurina hasta donde una no debería tener purpurina. Les cuento:
La cosa comenzó un año antes cuando en una fracción de segundo me vi envuelta en este lío. Un grupo de hombres adictos a las revistas de moda, esas en las que una chica de veinte anuncia cremas anti arrugas, intentaron embutirme en su diseño y al tomar medidas decidieron que tenía una pierna más larga que la otra. Para colmo pretendían ponerme un sujetador tres tallas menos, ya que cada seno sería medio coco. ¿Y la tanga? ¡La madre que los parió! Otro problema fue explicarle a esta gente que existen bragas normales, pero no me entendieron. Después de las medidas me dieron una dirección para que fuera a depilarme. ¡Coño! Sin comentarios. ¿Cómo que sin comentarios? Creo que lloré más que nunca en mi vida, es más, creo que “nadie” ha llorado tanto en su vida. Aún me da sentimiento recordarlo (dios bendiga al que inventó la maquinilla de afeitar). La tabla de calorías no tenía desperdicio, o sea, que no había por donde cogerla y ya puestos me dieron otra tabla de ejercicios diarios para los días que no podía ir al gimnasio porque me tocaba currar, además me regalaron una báscula la cual me tiene cariño ya que me da puntos por todo una vez por semana. Claro que la idea es que cargue con una palmera cocotera de cuatro metros de altura y arrastre con los tobillos una isla con dos gaviotas y cuatro piedras, además de quitar la chicha que llevo sobre la cintura y que se instale debajo de mis pulmones. No sé si ganaré. Pero estoy deseando que llegue el día, demostrarle a mi novio que sí que puedo tras perder veinte kilos, y que se me pase la gastroenteritis, ya crónica, de irme por la pata abajo, vamos, que tengo desde que comenzó todo esto.





sábado, 18 de enero de 2020

Por si acaso


Me dije <<voy a probar a ver qué pasa>>…y pasó. Apunta adonde duele, que todo estará bien ya ha sucedido.
Si no pudiste ir por el motivo que fuera. Por cosas que dirás que no me interesan. Si no te enteraste. Si eftabas balo y con bocos. Si no te dio la gana. Si te apetecía pero no pudo ser, o si lo quieres volver a ver, Bregando tv estuvo ahí dándolo todo, y lo captó para que lo puedas disfrutar.                  https://www.youtube.com/watch?v=B0C9TPCBdfQ&feature=share&fbclid=IwAR2PrRcRD4jjkpXfNyz67pCDj1iMfJVCzUB9B2xjjXXq2kiuldyfrUigPjo   

domingo, 12 de enero de 2020

Esta chiquilla...


Yo no sé qué le pasa a esta chica que ha dado cuarenta y nueve vueltas al sol, aunque protesta por haber dado una sola a la luna y dice que no se marea. Cubierta de la cabeza a los pies de ilusiones mientras la vida le va pasando cuentas. Echando alcohol en las heridas por si lo que pica sana. Llevando su vida al límite que nunca encuentra. Enfangada de deseos, intentado enamorar a esa boca con sabor a galletas. Suspendiendo como la que tiene en su poder el libro por excelencia del arte de esculpir de los pies a la cabeza, o el manual de la suerte de seducir,  no caer,  levantarse, de sonreír a su modo y escribir poesía del revés, llorando de alegría cada día por última vez. Pero qué estará pensando esta chiquilla de dieciocho más treinta, saludando a los borrachos que como estatuas celosas se la quedan mirando cómo contonea sus esperanzas, con poco en los bolsillos, un lápiz y una libreta. Fuerte boba…

sábado, 11 de enero de 2020

O,3


–Creí que tenía más. ¿Cuánto me queda? –dijo ella con un leve suspiro. Pero él no respondió–.Qué ruido tan terrible es el silencio –Continuó hablando mientras se colocaba la mascarilla en la cara intentando recordar cuándo enfermó.
–Te la puedes quitar –dijo el Tiempo quitándole el suero y colocándole una tirita en aquel brazo lleno de agujeros mirando el reloj.
De pronto, unos ojos amarillos brillaron en la oscuridad y el Tiempo se concedió una leve pausa para mirarla por última vez. Ella, con el corazón hecho una bola de ozono se fue…destruyendo.

miércoles, 8 de enero de 2020

Trágame Tierra


Hoy no me apetecía escuchar a un extraño contarme sus batallas. Tenía ganas de que me tragara la tierra. Ellos suelen comenzar diciendo que este país se va al carajo, ellas que si hace frío o calor. No me quedó otra que escuchar el proceso de operación de su rodilla y sus caderas y cómo se habían convertido en un oráculo del clima. Bajamos en la misma parada. No dejaba de hablar y hablar cuando de repente me invita a un café y yo me invento una sonrisa agradecida mezclada con la excusa de la prisa para zafarme de aquella cotorra.
Al despedirnos me dijo que daba igual el tiempo y el dolor de su rodilla y su cadera. Lo que no soportaba era lo de su hija, en Galicia, e imaginar cómo pudo aquel malnacido encender el mechero tras rociarla con gasolina.
Jamás un café me supo tan amargo y sí, el tiempo está loco y yo me siento demasiado pequeña para que la tierra se entretenga en tragarme.