“No soy perfecto. Si lo fuera, mis errores no tendrían
excusas” Eso decía en la pared de la entrada escrito con un bote de pintura
rojo. Al entrar a la casa las cortinas habían sido cambiadas por perfectas
telarañas aunque al retirarlas, ni las tejedoras quedaban. Pisaban un
extraño pegote que venía del fondo y a
tientas buscaron los pestillos de las ventanas. No olía a moho ni a hogar, ni a
podredumbre. No olía a nada. Ni a vida. Ninguno medió palabra. En la primera
habitación había una pintura en la pared; una imagen diabólica que lloraba
rabia y arrepentimiento semejante a esas caretas africanas que se compran como suvenir
cuando uno quiere demostrar que ha estado en algún otro sitio. Al otro lado,
dibujado a bolígrafo azul, un Cristo crucificado en el mástil de un barco
apuñalado por un naife clamando al cielo. Herramientas por el suelo ordenadas
por tamaños y una caja de madera que decía Tío Pepe llena de lápices de colores
y bolígrafos de color azul; nuevo, vacío
o seco sin estrenar. Unas fichas de Scrabble formando la palabra “Loco” sobre
una mesa de planchar abierta cubierta de un fino polvo que no hacía falta
retirar para poder leerla. Al lado la cocina de gas con dos fogones
perfectamente limpios sobre un baúl de plástico grande transparente, por el que
corrían cucarachas deseando entrar a los paquetes de arroz y azúcar que
contenía. Un pequeño aseo era el otro cuarto y el siguiente una habitación vacía. Se quedaron mirando la oscuridad de la siguiente habitación y notaron
bajo los pies que el pegote era resbaladizo. Buscaron la ventana y entró la
luz. En la pared sobre la cama había escrito, puede que con sangre “Si no tengo
mujer no tengo hijos” y sobre la palabra mujer había clavado en la pared un
sacacorchos. En la mesita de noche descansaba el cuchillo del canariote, una baraja gastada,
un cenicero lleno de colillas, un palillo de dientes…En la cama estaba él.
Dormido hacía muchos años. Sobre su pecho una novela del oeste y como separador
de la última página leída un trozo de encaje en el mismo estado que él se
encontraba. No podían apartar la vista. El baberío del suelo mientras se
alejaban, volvió a ser un pegote bajo los pies, esta vez mezclado con asombro,
dolor y la indiscutible sensación de que pisaban sangre de su sangre; los
restos del charco que se formó hasta la entrada de la casa de alguien que jamás
les quiso ni les esperó.
sábado, 21 de octubre de 2017
FILÓSOFO, VOLCÁN, BURDEL Y TIGRE
Pidió un coñac y cambié rápidamente de butaca. Todos pedían ron, cubatas o un gin, es la moda, e incluso una botella de un caro y asqueroso cava. Por una vez me permito elegir al tigre. Hace años que no voy a por un tigre. Siempre me eligen filósofos que se lucen de tener un volcán entre sus piernas olvidando qué tenemos las mujeres entre las nuestras. Le pedí fuego pero no fumaba. Toni, el dueño del burdel, acercó el mechero celoso de mi actitud. Eso significa que llegaré dolorida y amoratada a casa. Siempre son ellos los que eligen y hoy me permito elegir ese coñac, porque sé que un hombre que bebe para olvidar, se pierde hasta saciarme, en la herida entre mis piernas sin curar.
martes, 17 de octubre de 2017
Lo sé.
Hoy te vuelvo a dar la espalda. Eres
una molestona que siempre me adviertes. Dame tiempo a terminar, y si me dejas,
como hasta ahora, reviviré con un ojo en tu guadaña y otro en las letras.
Escribo. Abro mis venas. Mastico chicle y hago pompitas que explotan en mi cara. Cruzo las piernas. Me descubro, a sorbos. Me
apunto a un rescate.
Me muerdo las ganas. Resoplo
pesares. Déjame mirar al amor, aunque sea, un desafío a la cara, como una nena
caprichosa que patalea por un globo que se va.
Me rasco las piernas, me quito las
medias, suelto mi melena, la ato a su cuerpo, emborrono, busco, rebusco, escupo.
Lo sé. No debo.
viernes, 22 de septiembre de 2017
Fumar es un placer
Asumo ser pésima lumbrera en ojos que no brillan, en
lenguas que no se atreven y en suspiros en la antesala del aire. No soy experta
en cata de amores y mira que he besado como la que bebe el mejor de los vinos,
y sin título, soy casi cinturón negro en sábanas vacías y mantas que no
calientan, en colchones con un molesto guisante en la entrepierna. No sé. A saber cuántos amores me he fumado hasta la
colilla.
viernes, 15 de septiembre de 2017
Mi mundo
Me faltaba ortografía. Me
sobraban ilusiones, fantasías de príncipes, zapatos de tacón rosa, mariposas, y
corazones en las íes, boca sabor caramelo, fragilidad… Ya se encargó la
educación, prosa de la época, los tabúes y los principios del obispo matriarcal, de dibujarlos a fuego en mi ombligo, frenando mi planetario mundo en nombre de
dios <creo que le llamaban>.
Dijo que lo pedí a gritos como un pingüino que
llama a su pareja en un lamento buscando un para siempre, mientras me tapaba la
boca y el miedo se helaba junto a mi niñez. A mí, se me quedó grabado cada
segundo en mis seis sentidos, como una nebulosa asfixiante, cruel... asonante y
casi sorda que, se destrozó con mi quejido cuando atravesó mis bragas. Aquel
día se adueñaron de mí las normas, las mías, los contextos, los míos; <Alto voltaje.
Cuidado con la perra. Riesgo indeterminado. Peligro de incendio> y aunque
las indirectas son las mismas, las palabras se visten de formalidades y mi
piel, y mis letras, de durezas y secretos confesables.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Dame
Dame una noche o un
día. Tú sabrás qué tiempo tienes. Para ti es temerario y yo tengo la imperiosa necesidad de que me
engañes, y sepas hacerlo (claro) sin que me tiemble el pulso. Que me digas te
deseo, <tedeseo, te de se o, te...> que tus palabras no suenen huecas cuando quieras hacerme creer
que me amas, (quiero el lote completo de mentiras o nada) que me rocíes con tu olor a hombre, colonia,
sudor y luego me apetezca pasar mi lengua por
mis labios y sepan amargos, ya luego veré si me remuerde la conciencia,
o te utilizo en mis ratos para revivir la pasión, el deseo….o las ganas de
vomitar.
jueves, 7 de septiembre de 2017
Despojos
Si te enteraras, no lo creerías:
Sigo intacta donde nunca pudimos y rota donde solo tú
llegaste. Lo siento, pensé que al entregarlo como a ti me iría como contigo.
He perdido muchas veces las llaves, así que han encontrado mis cerraduras abiertas, colándose con permiso y he salido detenida, esposada,
encarcelada - ya luego absuelta. Tranquilo-. Lo siento, pensé que al entrar vendrían
como tú, sin trampas, a besos y versos.
Si supieras que estuve ciega, sordomuda, coja, con los codos
rotos y las rodillas rojas. Lo siento, ni lo pensé y me lancé confiada, sin red,
pero no volé como lo hice con tus alas.
Sigo compasiva –qué mierda-, de todos menos de mí, -la
gente no cambia-, espero clemencia como la que me concediste cada vez que
fallé, aunque confieso creer más en el infierno que en el cielo, ese en el que
me hiciste creer una vez.
No he sabido tener
mejor vida, de veras que lo intenté, mas espero que sea incierto que me ves, o
al menos, que sea cierto que me cuidas.
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