Me han
dicho <<así como quien no quiere la cosa>> que estoy loca y he
sonreído. Me ha gustado tanto como cuando me dicen tonta y luego me besan.
Tanto como la calma que siento al margullar hasta quedarme sin aire. Más que
cuando me dicen guapa, chiquilla, flor... cielo… Mira que llamarme loca con tanta
gracia hasta me seduce. Como cuando él me habla acariciando su mejilla diciendo
que no está mal mi nombre aunque suene a un poema lleno de espinas. Qué gracia
me hace eso de “loca” parece hasta ridículo que me guste. Todo lo contrario a
que me digan que estoy herida y me roben un beso, y cuerda de remate desaparezca porque nadie pudo ser tan verdad, ni tan cierto.
sábado, 16 de junio de 2018
martes, 29 de mayo de 2018
A diario
Llegados a este punto querido diario:
Parecen elásticos los que se me acercan, tensos, gastados, incluso pegajosos, y rebotando al otro lado de un solo tirón cuando les hablo de pasar antes por la vicaría. Entiendo que a mi edad, ya no está una para muchos trotes, parece que el estrenar les molesta, pero tengo una amiga que vive cerca de mi casa, en Barranco la Mina, que me ha dicho que por Internet hay una página llamada la última oportunidad.
Yo creo que estoy preparada:
Me envío flores para estrenar cara de asombro una vez al mes por si alguna vez sucede no me coja desprevenida. Mira que no me gusta verlas en ese búcaro moribundas dando su último aliento. ¿Seré rara? He dejado de ir al centro depilatorio porque ya da igual tener o no una selva ahí, o en otro lado, ya que sigo más sola que la nave del olvido, aunque siempre me asusta que me toque al fin enfrentarme a mi primera vez armada hasta las cejas de ese clásico que ya no está de moda, es que me han dicho que seguro que me toca cuando no esté preparada. Cuando menos lo espere. Lo malo es que siempre espero.
domingo, 20 de mayo de 2018
Grita a ciegas
El mundo
se volvió loco y comenzó a dar vueltas, las otras vueltas, mientras mi copa era
incapaz de apuntar a mis labios, yo rodaba pasillo abajo camino del aseo.
El mundo se volvió loco y a mí me dio un ataque incontrolable de risa cuando la
vi. Estaba despeinada como la que discute toda la noche con la cama, y gana la
cama, la nariz roja, irritada, y una costra de sangre barbilla abajo. Se le
habían roto dos uñas. Se dio cuenta al tocar el pómulo color uva que
desentonaba con su blusa, pero acorde al color al que se iba tornando el blanco
del ojo. El mundo se volvió loco cuando me pidió ayuda desde su mirada salada
diciendo con la voz rota << a qué estás esperando>> y yo le respondí
que no sabía qué hacer. Le abotoné la blusa con los pocos botones que quedaban
y le acomodé el pelo sin soltar la copa vacía. También sin soltar la copa tomé
una toalla y limpié sus piernas resecas de un blanquecino cruel. Ella me seguía
mirando con un párpado caído; como cuando se cierra la cortina de un telón de
una obra mediocre, pero el mundo se volvió loco y no quise devolverle la mirada
porque sabía que estaba temblando. Salí de aquella habitación de hotel
dejándola sola, reprochándole qué la hizo pensar que en una cita a ciegas
encontraría el amor. Desde entonces huyo de los espejos y ando como las locas.
jueves, 17 de mayo de 2018
RETO Nº; 21 Un reto con la frase... Allí, donde el sauce llora sobre el río...
“Quién será el que me quiera a mí…” Quien le dará la
vuelta a mi mundo a ver si es más hermoso. Que enseñe a mis manos a hacer
caminos, y mis ojos lo recorran con paciencia. A saber por dónde andará quien
acabe con mis yo nunca y con todas las palabras terribles que atribuyo a las
cosas bonitas. El que esté dispuesto a pasar por la vicaría aunque le diga que
no. El que se fie tanto de mí, que no le importe preferirme vestida. Quien me
deje decir la última palabra y dar el último beso, y el primero.
Que me haga volar sin tomarme en brazos y cuando me
tome le apetezca pararse conmigo. El que me muestre que todas las notas también
pueden ser si, y mis mejores acordes al timple comiencen por no sostenido. El
que al leer mi poesía, dude de si me conoce todavía y tenga interés en
conocerme. Quien deje una nota “nos vemos allí, donde el sauce llora con el río
o “si quieres volver a cenar conmigo cuando las luciérnagas estén volando…” En
definitiva: Vete tú a saber dónde estará ese que sin ahogarme pueda inundarme y
sienta; “esa clase de certezas que solo se presentan una vez en la vida”.
jueves, 19 de abril de 2018
Es casting
Pedían mujeres entre los dieciocho y la muerte, para
hacer bulto, sin tatuajes, sin tintes escalofriantes, sin experiencia. No exigían talla, chachy, pero las tuve que dar en los datos, así mi casi metro
ochenta no sería un problema ni el doble ancho de mis caderas sería un estorbo
ni mi calzado talla Olivia la de Popelle sería un impedimento. Algo de alemán e
inglés. Yo añadí a mi lista de cosas por hacer, antes de criar malvas, por
cierto nunca he visto malvas en una tumba, presentarme a un casting. Di mis datos
en la web para la cita, así no haría cola en Santa Catalina y lo anoté en rosa,
mi color despreciado, en la agenda.
Aquella noche no podía dormir -boberías de una- así
que descargué un juego y comencé a darle al botón en mi móvil mientras una
pestañita me decía que tenía un saludo. Un hola de un desconocido que sin más
preguntaba si era chico o chica, mi nombre, de dónde era. Yo, a dos ventanas
abiertas, me hacía un lío del copón jugando y hablando mientras él decía que mi
foto era una pasada. De dónde sacó mi foto, ni idea, claro que yo le di en la
descarga a todo “sí”. La cosa se puso chunga cuando me preguntó cómo era yo. Respondí
pensando en el formulario del casting; sin tatuajes, sin tintes. Comenzó a
picarme la espalda y yo buscaba como podía el punto exacto para pasar mis uñas,
cuando, toqué el sujetador y me di cuenta que no estaba bien abrochado, había
estado todo el día con el sujetador mal puesto- ya sé que no viene a cuento-.
Entonces me envió una foto de un grupo de chicos en una playa diciendo que él
era el de la derecha. Miré la foto y me pareció un tipo de lo más corriente. ¿Qué
se responde ante algo así?: Un día estupendo, qué divertidos se les ve, qué
guapo eres…
-Me alegra conocerte –respondí, a lo que él añadió -
¿Tienes una foto en bikini?
No te ajunto extraño. He perdido el juego, el tiempo
y no, no tengo una foto en bikini, preparada, lita y ya, en mi móvil. -¿Cómo
eres? -insistió. Me fui a dormir. Al día siguiente no hice cola en Santa
Catalina. Cuando me tocó el turno me dijeron que me situara en el punto equis, sobre
dos pies dibujados en el suelo, y que no sonriera para nada y por nada. Dispararon
la foto. De vuelta a casa, en la guagua, comencé a pensar como soy. Que como
soy, que como soy. Normal, soy normal.
Como un café recién hecho que deseas tomar
en plena ola de calor. Soy como un mueble viejo
recién barnizado. Como los tachones de los retratos que me hicieron mis hijos,
en todos los colores, hace tanto de tanto. Hidratada por los mocos y babas de
los niños de mi guardería. Mis piernas están atormentadas por las veces que me
di con el cubo de la limpieza de mi último curro, y no te cuento lo andado. Tengo callos en las puntas de los
dedos por las cuerdas y una uña rota, de cuando limpié los fogones. Un código
de barras tras tres partos. Un corte al depilar mi axila. Una cana en las
pestañas. Cicatrices de las chinas y otras tantas. Finas arrugas en la papada.
Medio sorda, y cotorra como una marea alta en calma. Tan sencilla como la línea
curva, tan oportuna como el último tampax, tan cariñosa como una perra recién
parida…yo qué sé.
No. No me
llamaron para la peli, pero soy quien sigue y la consigue… como una cama que se
hizo con sábanas limpias pero a toda leche.
miércoles, 18 de abril de 2018
INEVITABLE
Donde me queda algo intacto no es que nadie alcanzara. Ahí mismo se quedaron todas las ganas, marcharon
sin exigencias marcadas. Desde mí se arroparon sin desgastar mis sábanas, mas
dejaron un lamento que ralla de sal el alma. A ver: no es que partieran
voluntariamente. No es que yo les dijera vete ni un vete me impusieran. Fue
como cuando escribo fingiendo que no siento lo que siento y resulta que no
puedo dejar de sentir... Inevitable.
viernes, 9 de marzo de 2018
Currículo Vitae
Me han tratado toda mi vida como una resta extraña
que suma impedimentos a mi vida laboral –mí, me, misma, conmigo-, y a la
pirámide de Maslow, que arrastro por ser
mujer, de la que no he pasado de los primeros peldaños. La fórmula perfecta
para conseguir igualdad es, la suma de impedimentos más-menos, la resta de
oportunidades, multiplicada por las normas nuevas, -en las que tropiezas
durante toda tu vida laboral-, y las
condiciones logarítmicas que se sacan de la entrepierna ciertos empresarios –así no te sale la fórmula ni de coña-. Un
disparate matemático que te jode emanciparte del círculo de la frustración de
ser mujer/menstruación/embarazo/esclava/discriminada/sexo débil… y un largo
etcétera.
Estudié lo
que pude y como pude porque no nací con poder económico ni en un lecho familiar
de vida acomodada, pero estudié. Busqué trabajo y por ser mujer me rechazaron
bobocientas veces; por ser demasiado joven; por no tener experiencia; por tener
una carga familiar e incluso por no pertenecer a ese grupo de madres solteras
de la época. Trabajé en condiciones precarias y por un mísero suelo –con y sin
seguro-. Era mi mísero sueldo, que yo intentaba estirar para seguir adelante,
pero se iba al menos infinito antes de cada fin de mes. Recuerdo que me dispuse
a pedir una ayuda, especial para mujeres con carga familiar, pero no había
cumplido los treinta. Luego cambiaron la edad y se me había pasado. Como ven
los números no son siempre los adecuados. También se me pasó la ayuda secreta
de los cuarenta y ahora espero a la de los cincuenta. Nunca tengo la edad
apropiada según la FIFO de la Administración ni para cursos remunerados. El último
rechazo fue por tener demasiados estudios para acceder a dichos cursos –ay que
joderse-. Ahora a mi casi medio siglo, la mala salud no me permite seguir dando
fruto y soy de las que se quejan del 0.25. Cierto que hay una diferencia
notable entre lo que teníamos antes y tenemos ahora, pero sigue sin cuadrar, y
por más que sumes jamás dará el resultado deseado en la variable, porque
siempre aparece una jodida resta (restar es sumar un opuesto) y la igualdad no
cuadra si no se aíslan las variables.
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