lunes, 13 de mayo de 2019

CONSECUENCIAS



Me enseñaron que debía ganarme el estar a la derecha del Padre. Me enseñaron a callar y a decir hola y adiós: Un niño que no saludaba era un malcriado y el que hablaba de más un entrometido. Me enseñaron a ordenar mi cuarto, mi maleta del cole, a betunar zapatos con una cáscara de plátano. A lavarme detrás de las orejas, a no poner los codos en la mesa, a sentarme derecha y no levantar la mano ni el dedo corazón ni a abrir las piernas. A bendecir la mesa y dar las gracias. A respetar la muerte. Que “quien perdona la vara, no ama a su hijo”. A hacer la cama y al deshacerla, rezar cuatro esquinitas. También me enseñaron a sentirme rica con lo poco que tenía y a sentirme pobre si no me comía aquel pedazo de pan que era, precisamente, para el niño Jesús; también lo podías encontrar en el fondillo de un vaso <<conste que jamás le vi>>. Que asesinar con la lengua era el pecado mayor, y mis rodillas con mercromina y un <<sana, sana>> iban a cualquier parte... Me enseñaron a vivir, pero no de todo lo aprendido aprendí, porque hay cosas que tienden a imposibles; ni todo es palabra del señor ni la mejor despedida acaba con un adiós…y, por supuesto, qué se siente cuando tus carnes revientan y los huesos te piden explicaciones.


Fotografía: Marcos Rivero Mentado.

viernes, 10 de mayo de 2019

Esto de aquello


Hay situaciones chorras, en las que me quedo como un cromo, a cuadros, como en estado de shock, como si lo que sucediera fuera algo extremo y sin embargo no es para tanto. Solo sé que me quedé mirando la fecha de caducidad de un tetrabrick, que ni siquiera iba a comprar, y olvidé por completo los recados que me mandé hacer. Con una candidez arrolladora alguien preguntó:

―¿Me puede decir dónde está la comida para los que no comen? 

El reponedor del super, comenzó a adivinar preguntando si era comida vegetariana, alimentos infantiles; potitos y papillas para ciertos estómagos… hasta que pronunció eso de veganos y el anciano dijo sí.
Regresé a casa pensando en cómo se las ingenian a cierta edad las personas para definir, como si fuera una adivinanza, ciertos objetos o situaciones. Yo aún estoy en la fase de <<dame eso de ahí>> y suele funcionar sin nombrar qué, pero no puedo evitar recordar cuando mi madre me pidió prestado el disfraz de Tapajuntas, o a mi suegra, y sonreír, que no burlarme, que no soy tan cabrona, cuando un día de tantos llegó a casa y se le hizo tarde, solía ser puntual, y tras hacer una recesión intentó explicar el porqué del retraso, pero no le salía la palabra adecuada concluyendo:

―Es que vino ese; al que le pagas para morirte, y se me escapó la guagua. 

Sonrío y me enternece. Creo que son supervivientes de las definiciones y las palabras.

lunes, 29 de abril de 2019

Hagámoslo



Lee. Lee qué me harías. Dime cómo empezarías y entonces… todo irá rodado, desde el principio del fin, pasando por el punto y al cabo. Saca de tus adentros todo lo que llevas dentro, sin censuras, ni  excusas, o dame por lo que más quieras un argumento –y te contaré un cuento–. Recorre cada línea despacio, que no es una carrera a un orgasmo y sedúceme desde arriba y ve bajando, rozando cada una de mis orillas y atrévete a alcanzar el clímax y frena si me haces cosquillas o mejor no; sigue, sigue dibujando y borra… borra devorando con tu lengua mis cuatro esquinas en blanco y comienza cuando quieras, todas las veces que sean, desde el principio, sin miedo, sin prisas –ya te digo– afilando… Con tus dedos, como quieras, como se te dé la gana. Como quien barre para casa, para adentro. ¡Piénsalo! Piénsalo y sácalo a fuera y será perfecto en cada pausa y no tendrás otra que abrazarme y abrirte a la entrega, desnuda y mansa y como una fiera en mí serás poema y yo seré un relato en el quieras pasar el rato o ser eterna, un ensayo las veces que seas en todos los sextos sentidos, o una novela donde al final todo queda abierto, o cerrado y se vuelve a desear desde el principio, o la ausencia, del ombligo al olvido. Hagámoslo como la última vez; tú pones el lugar que yo te daré motivos… que ya sabes que no hay letras malas en la trama, sino escritora más papel sin experiencia.

viernes, 26 de abril de 2019

Corvo

Hay historias que jamás debí escuchar, otras que con cariño y añoranza recuerdo a cada rato.
Josefa necesitaba compañía y yo trabajar. El Parkinson era su pan de cada noche y día. Era guapa, alta, de melena negra y piel blanca y unos ojos azules que me tenían como poseída cada vez que me hablaba. Tenía noventa y siete años. Era raro el día que no me contara una historia y nombrara a sus dos hijos. Paseábamos desde la C/ Italia hasta el Estadio Insular. Ahí se paraba un instante a mirar los túneles de Julio Luengo, la velocidad de los coches, y era cuando su cuerpo se doblaba sin remedio quedando su cara a la altura de mi cintura y su brazo colgaba del mío. Entonces buscábamos un banco y el sol.
-Lolita jamás fue enterrada en el cementerio de Moya, simularon su traslado. Chano jamás soportó que no le llamara papá. Sí que se ocultó su matrimonio, tras una hija ilegítima que le llamaba Chano. Recuperarla durante pocos años y que muriera a los catorce años lo mató en vida-.
Así comenzó a contarme la historia de la montaña Doramas y el jardín desde sus primeros dueños hasta que vino a vivir a Las Palmas, ya que la familia de Josefa trabajaba los terrenos, sobre todo los naranjos, hasta que Josefa se casó y se trasladó a Fontanales.
Josefa visitaba a sus padres cada domingo. Tras escuchar la misa que se celebraba en la propiedad de los Corvo, saludaba a Sebastián Corvo de Quintana, con el cariño y respeto que se saludaba antaño a la mano que te daba de comer.

 En nuestra charla pasó de ser Chano, a ser <aquel pobre hombre>. Cuando Josefa se quedó embarazada volvió a casa de sus padres a pasar el último mes. El parto, en su tiempo contado en lunas, ya estaba en puertas tras romper la bolsa, pero la niña estaba muy débil. Tres días estuvo pegada a Josefa la criatura. Pensaron que dándole calor con su cuerpo se vaticinaría un mejor destino. Chano preguntaba todos los días por ellas. Al tercer día Josefa notó que algo frío rozaba su vientre y quiso morir. Su marido tomó a la niña en brazos y se la llevó. Josefa, con lágrimas en los ojos a pesar de los años, me dijo que Sebastián Corvo de Quintana, Chano, le pidió permiso para que la enterraran cerca de los rosales donde dormía Lolita con una leve luz encendida.
-Lolita, jamás fue enterrada en el cementerio de Moya, simularon su traslado. Chano jamás soportó que no le llamara papá. Sí que se ocultó su matrimonio, tras una hija ilegítima que le llamaba Chano, el recuperarla durante pocos años y que muriera a los catorce años lo mató en vida-.
Así comenzó a contarme la historia de la montaña Doramas y el jardín desde sus primeros dueños hasta que vino a vivir a Las Palmas, ya que la familia de Josefa trabajaba los terrenos, sobre todo los naranjos, hasta que Josefa se casó y se trasladó a Fontanales.
Josefa visitaba a sus padres cada domingo. Tras escuchar la misa que se celebraba en la propiedad de los Corvo saludaba a Sebastián Corvo de Quintana, con el cariño y respeto que se saludaba antaño a la mano que te daba de comer. En nuestra charla pasó de ser Chano, a ser <aquel pobre hombre>. Cuando Josefa se quedó embarazada volvió a casa de sus padres a pasar el último mes. El parto, en su tiempo contado en lunas, ya estaba en puertas tras romper la bolsa, pero la niña estaba muy débil. Tres días estuvo pegada a Josefa la criatura. Pensaron que dándole calor con su cuerpo se vaticinaría un mejor destino. Chano preguntaba todos los días por ellas. Al tercer día Josefa notó que algo frío rozaba su vientre y quiso morir. Su marido tomó a la niña en brazos y se la llevó. Josefa, con lágrimas en los ojos a pesar de los años, me dijo que Sebastián Corvo de Quintana, Chano, le pidió permiso para que la enterraran cerca de los rosales donde dormía Lolita con una leve luz encendida.

jueves, 25 de abril de 2019

Carta a mi amigo el víctima.

NI SE TE OCURRA HACERME CASO.

Odio dar consejos pero tú, eres un caso de SOS. Siempre dispuesto a destruirte, pobre y rastrero de tus quejas, que voceas ese “pobrecito de mí” y no haces nada para remediarlo. Da igual que te diga que resucitarás todas las veces que hagan falta hasta que te mueras de verdad. Nunca dejarás de ser COMO eres:
Tropezarás con piedras de todos los colores y darás patadas a las verdes, ese color esperanza del que reniegas.
Desconfiarás de la verdad porque siempre te fue ajena.
Intentarás buscar sitio a los polvos perdidos o por los que se pierde una amiga, sin querer ver que quedaron enhebrados con un clic en el sitio adecuado.
Estar loco seguirá siendo la peor excusa, pero el mejor remedio.
Sigue llorando a escondidas, tus amigos te seguirán diciendo que no es para tanto -tonto más que tonto-, o yo; que siempre puede ser peor y te arriesgas a que lloren contigo y se amarguen las cervezas de trigo recién hechas…tú solo pensarás en qué fue de las espigas.
Arriésgate a ser correspondido tío, aunque después se te quiten las ganas. Claro que te seguirás quejando y quejando de las dos cosas.
Sigue culpándote de todas las culpas, al fin y al cabo te gusta revolcarte en los recuerdos.
No te apartes de tus miedos, -ni se te ocurra-, es tu sello de identidad, porque la cobardía amigo, es un seductor perfume que atrae las incansables perretas, la estampida de las oportunidades, el curro más inestable, o por ponerte otro ejemplo, las peores mujeres… Así que por una vez ríndete coño, búscate en el espejo, dale la vuelta a la tortilla, afloja el látigo, tira la fusta, despéinate, vive… o nunca dejarás de ser QUIEN eres.

domingo, 21 de abril de 2019

VA POR TI

VA POR TI

Quieres llevarme a tu mundo y repasar todas tus excusas –la ilusión de mi vida-. Quieres explicarte el por qué no debo quedarme. Explicarte porqué sientes que te invado. Explicarte a ti mismo, en voz alta, a cámara lenta y con banda sonora –que es como se explican los protagonistas- una y otra vez qué fue, cómo y dónde latiste tan rápido o paraste tan lento. A mí me da igual. De veras. No me importa cómo sufriste más que nadie, ni cómo te partieron en tres y andas por el mundo buscando tu última parte. ¿Quién te dijo que puedes bajarme de mi infierno y salir ileso derrapando en la curva de algún cielo? A mí que me secuestraron los huesos y los conjugaron también en pluscuanperfecto partido. A mí que nunca me llevaron flores a sus cementerios improvisados. A mí que me educaron a la moda, al gusto, al oído y al esto es lo que toca, y un día dije que ni cuerda ni loca. Dime quién puede sacarme de mi infierno y poner fronteras donde jamás se divisó un horizonte. Explícatelo, que cuando te lo expliques más, lo entenderé menos.


domingo, 7 de abril de 2019

Yo soy esa.



Soy la calma que precede a la tormenta
lugar del placer que no mata mi osadía.
La perra más perra.
La reina de las esquinas.
De falda corta y caricia grande... la nada... la diva.
Por mi lecho pasan locos  y  objetores de conciencia
 y algún que otro cobarde que cree comprar mi inocencia.
Tú me rezas, yo respondo,
 y de rodillas postrada soy la dueña del orgasmo
 que se acerca y nunca llega -sólo si me crees rebajada-
mas soy yo quien te domina  agarrada entre tus piernas.

 Soy borrón y cuenta nueva. 
Soy engaño por rutina.
La mala de la historia, y nunca estás en mi memoria.
La solución temporal de un problema permanente.
Un poco de lo mucho de tus fantasías.
La infiel más infiel.
Toda tuya –tu mía-,
que huele al sexo de todos los olores
y de amores no entiende todavía.
Soy –no te quepa duda- mal ejemplo y buena compañía.
Luego, tras el pago, todo se apaga y se sufre como antes
como sufre la pluma indiscreta de esta a quien buscas
de cuando en vez por mis esquinas como amante;
Mujer de ciencia ficción basada en luchas reales.