Estoy planeando matar a alguien: será a letras frías, a bocajarro y sin mi estilo habitual; seré discreta, indirecta y en una mezcla de verdad con verdad, pondré todos los ingredientes:
Encenderé un fuego a grados de temperatura donde no quepa duda de que el paisaje es el adecuado.
Verteré un vaso, da igual medio vacío que a medio llenar, de la caricia inequívoca de mi último amante sobre el espacio en que voy a trabajar.
Un beso de azúcar y una lágrima en su punto de sal.
En un cuenco, acariciando con las manos, previamente acurrucado, espolvorearé un ángel coqueto.
Despertaré a la luna y tomando un cuarto comenzaré a mover lento, muy lento, sin rozar el vértigo sin dejar de sonreír.
Aunque a punto de nieve dejaré para el final los sueños por cumplir, no olvidaré de añadir:
El eco de un te quiero que se quedó sin respuesta.
La última canción que hicimos tan nuestra.
El suspiro pillado al vuelo después de habernos amado.
Todos los mensajes escritos a diario, y los que nunca escribí.
Mi diario.
Mis poemas.
Mis ganas sin ti.
Una vez finalizado, tras un reposo calculado, lo lanzaré por esta ventana y tú sabrás cómo quieres morir, si lo tomas frío o caliente, o mejor dicho, mueres por morir.
martes, 30 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
PARA YO.
Vamos a ver: ¿en qué lugar me dejas cuando hablas o escribes?
Prefiero que hables porque las palabras se las lleva el viento y aunque no
hablo sin conocimiento… cuando escribes, ¡oh, cuándo escribes! Cuando escribes
me condenas porque el papel aguanta todo y queda constancia, y a veces no te
aguanto. Me siento débil, expuesta, en el punto de mira, en la diana de
cualquier esquina, subida a un madero, condenada a una hoguera… desnuda y
desprotegida. Yo, que solo soy quien soy;
de lágrima contenida, no la fácil,
esclava de mis letras, amiga de un poeta, custodia de un te quiero, sumisa del
amanecer, o guerrera ante un maltrato, sobrevivo a base de Machados y Federicos
y algún que otro Santiago. A veces soy un trapo de cualquier color ante una de
mis cadenas. Jamás un quijote, jamás escudero, quizás libro para otras edades,
realista hasta la médula, amante hasta los huesos y mi sangre es RH literaria dolorida.
Por eso, cuando me preguntan si soy lo que escribes, ¡Ay, cuándo escribes! me
duelen todos mis versos… y respondo no.
domingo, 21 de octubre de 2018
Consejos
Le pedí que observara cualquier pudiera ser que fuera, que
escondiera sus piernas eternas con una falda más larga, que no soltara sus
trenzas, ni mirara en los espejos, que puede saber el diablo más por viejo,
pero yo no podía engañarla al compararse en los reflejos y descubrir que no era
una chica normal, ni del montón, que era jodidamente rara. Era alta, mucho,
tanto como su sonrisa larga, como largas eran sus manos y todas sus esperanzas.
No es que fuera tímida, yo creo que fue prudente siempre callando emboscadas.
Nunca quiso ser mayor, pero yo la obligaba, la obligaba, la obligaba… y en su
mirada eterna se dibujó un corazón, y ojeras. Partiendo de la que era; pensadora,
mediadora, fantasiosa y educada, se enamoró mil veces y quinientas destrozada,
su refugio fue un verso* que a su garganta dañaba. Ella seguía la música, el
ritmo, por mucho que no sonara, por mucho que cualquier cualquiera, la
intentara seducir con basura literaria. Y mira que le grité –quieres querer,
pero no debes- pero se hizo mayor. No escuchaba mis consejos que más que de
sabios eran de viejos y yo que la aconsejaba había perdido el control.
Ya no escondía sus piernas eternas, se había cortado el pelo
y como a Sansón en su duelo le asqueaban los espejos y su sonrisa era larga,
muy larga, como escasos mis consejos. Y con una belleza osada, -la de siempre,
la jodidamente rara-, me encontró en un reflejo, me sentó al teclado y se
despidió de mí, callada, muy callada, obligándome a escribir:* Nadie logró
tenerla nunca porque nadie supo amarla.
sábado, 20 de octubre de 2018
VIDA SANA
Un día la vida te pauta una dosis de alegría que flirtea
contigo. Tú sigues las pautas de posología; despacio, a cuartos a oscuras, a medias luces,
por amor al arte, hasta que tomas una cada día durante todas tus vidas
importando lo importante. Te advierte, que será cuestión de suerte, si al tomar
la dosis adecuada, aquellas tus mejillas se vuelven rosadas, el brillo en los
ojos delata tu mirada, la piel se vuelve más suave y te sientes viva, dolorosamente
viva.
Te dice, en su posología, que consultes al espejo si no
sabes qué ponerte, que practiques su sonrisa y que beses, beses, beses, y le
hagas el amor como si no hubiera mañana.
Que son síntomas habituales,
que mientras te cura por un lado, puede doler por el otro: Hormonas
incontroladas, exceso de sueños, insomnios intencionados, sofocos de quinceañera
y dejar cada detalle escrito por si alguna vez olvidas lo que fuera, o sentir ser la última
cuando querías ser la primera.
Te advierte que está contraindicado; si rebuscas en el
pasado, si se mezcla con antiguas
decepciones, si conviertes en tuyo lo que no es tuyo. Que consultes con la
almohada si tienes tendencias suicidas, si por vivir prefieres dar la vida, si
comienzan las horas malgastadas. Si se duele a sí mismo y no sabe olvidar por
más que fuerce el gesto.
Si una vez aclarado todo esto interrumpes el tratamiento,
puedes descubrir que esa alegría sana a los enfermos, aunque te deje sin
aliento, con dolor en el pecho y quemazón en las entrañas. Pero resulta que un día…
la vida te pauta otra alegría y vuelves a sentir que sanas. Dolorosamente sanas.
martes, 16 de octubre de 2018
"rosa"
Al final hay amores que dejan huella. Si. Ya. Vale. Lo sé,
lo sabía, pude notarlo. Pero quisiera saber, en qué maldito poema está escrito que
esta te la juega, y ganas en lo perdido, que es así y nadie puede evitarlo. Tengo
antojo de leerlos para después vomitarlos.
En qué hora retorcida un color decide mi vida, o me da a
elegir si ilesa o herida. <<Rosa que te lo dije… mira que te lo advertí>>.
Solo sé que el negro no es un color, aunque es un color de mierda, que siempre
me pinta a mí con cara de despedida, y antes de la crecida tengo que decidir…Pero
¿cómo decidir qué es vida?
¡Buf! Creo que el
rosa me produce fatiga y ganitas de llorar y de dormir… ¿En qué mundo depravado,
yo que ya me había secado me comencé a regar y se abrazó a mí la vida con cara
de bienvenida, diciendo? -Estoy aquí. Decidas lo que decidas.
Requisitos
De golpe, como de
golpe apareció, he sacado la flecha lamiendo como una zorra, letra a gota,
aullando rota y de un solo quejido – que si te fue fácil darte por vencido-.
Sigo buscando en
algún otro desconocido, que no tenga una
lista en la que no se permiten los celos a menos que broten de ti. Una lista de
caprichos anotados que reza, en rojo y bien subrayado; no te enamores de mí.
¿Cómo te escribo?
Reconozco que me tiembla el pulso igual que tiemblan mis piernas cuando te acercas al roce
del demasiado y de repente me besas. Entonces comienzo a escribir y a
escribirte, como si mis dedos pudieran empaparse en tus ojos marrones y sacar
la tinta precisa para hacerlo. Tengo que
reconocer que entre las comas y tu pelo hay metáforas en pleno reconocimiento.
Que pierdo las letras a cada rato y las busco en la cocina, en tu balcón, o en
cualquier esquina donde hicimos el amor. Y de repente es tu voz la que me guía
hasta tu cama y ahí, donde hace nada
encontré el norte y perdí los puntos suspensivos, las encuentro desnudas,
eróticas, desvergonzadas y de repente, llamas a mi punto g poema, y -¡joder!- tengo
que reconocer que no sé escribir.
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