La culpa fue del segundo plato. La hora tonta me puso tonta
y a ti caliente y en nada a punto. La loza aún en la mesa, tu espalda contra el
sofá, tú entre mis rodillas, y, nuestras bocas que a los postres sabían al
segundo plato, tontearon con besitos y muecas diciendo ¡vamos! Ya las manos recorrieron,
tú mis nalgas, mi humedad. Se me escapa un te deseo, puede que vuelva a pasar,
que aprendí a no avergonzarme de algo tan natural. Yo agarrada a tu cuello, la explosión en nuestras bocas. Se acaban las
palabras cursis,- esto se llama follar-, las otras entre apretones y sudor y muchas ganas, se disparan revoltosas,
las gritas con tu mirada, las repito como loca atacando a tus pupilas, a tu
lengua, tu saliva. Pierdo el equilibrio,
la inconsciencia…soy terreno conquistado, mírame, mírame y di en voz alta qué
ves, susúrralo a mi boca, muerde, abraza, lame, mantente en mi cuerda floja…
así, sí, ofréceme lo que hay en tu
cabeza -y tu cuerpo- No muerdas las
ganas, muérdeme a mí y a mi boca, que estoy deseando me digas qué hay de cena, por si
mi carne vuelve a estar hambrienta por si nos toca que toca.
jueves, 16 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
Esperando la llegada.
Foto de Saro Gutierrez Cárdenes
A veces yo llego antes, ansiosa, por ver su cara.
Redonda y amable y fría, suave y a veces templada.
En esos dos bancos sin galas, pasamos las horas muertas,
hablando de cómo duele, de lugares recorridos,
hablando del miedo a la vida y su difícil camino.
Luego se marcha hasta siempre, y espero desesperada,
-otras tantas con temor-,
la recuerdo cuando me busca, escorada en su guadaña.
Cuando regreso a mi cama, y sueño que estoy mejor,
-también mejor preparada-,
la deseo como nunca, como jamás amé nada.
Pero el sol me despierta y me asomo a la ventana,
y veo dos bancos vacíos a los que deseo volver
respirando la vida
con la voz entrecortada, suspirando por mi muerte ….cuando al fin acabe el alba.
domingo, 12 de noviembre de 2017
Las Palabras
Nunca fuiste un espíritu libre. Nunca empuñaste un arma, ni
una bandera, y sin embargo, jamás te sentiste
atado, hasta ahora.
Mantienes mi chispa, farfullas entre dientes que soy un
misterio pero,
ves girar las manecillas a segundos sintiendo que, no puedes
hacer nada por retenerme. Dices que controlas, que es un privilegio sentir solo
por sentir de lo bueno lo mejor. ¡Venga hombre! Dime que cuando me tienes
frente a frente te ciega la verdad.
Arriba las manos, esto es una farsa… a la que llamamos Amor, -con mayúscula, en negrita y en peligro de
extinción- y en realidad es un suicidio o, de lo malo, lo mejor.
miércoles, 25 de octubre de 2017
Seamos serios
Era un bromista. Me dio un beso de broma y puso su mano en
mi muslo.
Yo paralizada gesté de golpe mariposas y cometí el
error certero de preguntar qué, pero todo eran bromas. Luego dijo te quiero y
se acabó el misterio, claro que lo dije yo también, pero eran bromas. Y aquí
ando, menospreciando todas las bromas de todos los payasos que alguna vez se
han sincerado. En serio.
sábado, 21 de octubre de 2017
Cría cuervos
“No soy perfecto. Si lo fuera, mis errores no tendrían
excusas” Eso decía en la pared de la entrada escrito con un bote de pintura
rojo. Al entrar a la casa las cortinas habían sido cambiadas por perfectas
telarañas aunque al retirarlas, ni las tejedoras quedaban. Pisaban un
extraño pegote que venía del fondo y a
tientas buscaron los pestillos de las ventanas. No olía a moho ni a hogar, ni a
podredumbre. No olía a nada. Ni a vida. Ninguno medió palabra. En la primera
habitación había una pintura en la pared; una imagen diabólica que lloraba
rabia y arrepentimiento semejante a esas caretas africanas que se compran como suvenir
cuando uno quiere demostrar que ha estado en algún otro sitio. Al otro lado,
dibujado a bolígrafo azul, un Cristo crucificado en el mástil de un barco
apuñalado por un naife clamando al cielo. Herramientas por el suelo ordenadas
por tamaños y una caja de madera que decía Tío Pepe llena de lápices de colores
y bolígrafos de color azul; nuevo, vacío
o seco sin estrenar. Unas fichas de Scrabble formando la palabra “Loco” sobre
una mesa de planchar abierta cubierta de un fino polvo que no hacía falta
retirar para poder leerla. Al lado la cocina de gas con dos fogones
perfectamente limpios sobre un baúl de plástico grande transparente, por el que
corrían cucarachas deseando entrar a los paquetes de arroz y azúcar que
contenía. Un pequeño aseo era el otro cuarto y el siguiente una habitación vacía. Se quedaron mirando la oscuridad de la siguiente habitación y notaron
bajo los pies que el pegote era resbaladizo. Buscaron la ventana y entró la
luz. En la pared sobre la cama había escrito, puede que con sangre “Si no tengo
mujer no tengo hijos” y sobre la palabra mujer había clavado en la pared un
sacacorchos. En la mesita de noche descansaba el cuchillo del canariote, una baraja gastada,
un cenicero lleno de colillas, un palillo de dientes…En la cama estaba él.
Dormido hacía muchos años. Sobre su pecho una novela del oeste y como separador
de la última página leída un trozo de encaje en el mismo estado que él se
encontraba. No podían apartar la vista. El baberío del suelo mientras se
alejaban, volvió a ser un pegote bajo los pies, esta vez mezclado con asombro,
dolor y la indiscutible sensación de que pisaban sangre de su sangre; los
restos del charco que se formó hasta la entrada de la casa de alguien que jamás
les quiso ni les esperó.
FILÓSOFO, VOLCÁN, BURDEL Y TIGRE
Pidió un coñac y cambié rápidamente de butaca. Todos pedían ron, cubatas o un gin, es la moda, e incluso una botella de un caro y asqueroso cava. Por una vez me permito elegir al tigre. Hace años que no voy a por un tigre. Siempre me eligen filósofos que se lucen de tener un volcán entre sus piernas olvidando qué tenemos las mujeres entre las nuestras. Le pedí fuego pero no fumaba. Toni, el dueño del burdel, acercó el mechero celoso de mi actitud. Eso significa que llegaré dolorida y amoratada a casa. Siempre son ellos los que eligen y hoy me permito elegir ese coñac, porque sé que un hombre que bebe para olvidar, se pierde hasta saciarme, en la herida entre mis piernas sin curar.
martes, 17 de octubre de 2017
Lo sé.
Hoy te vuelvo a dar la espalda. Eres
una molestona que siempre me adviertes. Dame tiempo a terminar, y si me dejas,
como hasta ahora, reviviré con un ojo en tu guadaña y otro en las letras.
Escribo. Abro mis venas. Mastico chicle y hago pompitas que explotan en mi cara. Cruzo las piernas. Me descubro, a sorbos. Me
apunto a un rescate.
Me muerdo las ganas. Resoplo
pesares. Déjame mirar al amor, aunque sea, un desafío a la cara, como una nena
caprichosa que patalea por un globo que se va.
Me rasco las piernas, me quito las
medias, suelto mi melena, la ato a su cuerpo, emborrono, busco, rebusco, escupo.
Lo sé. No debo.
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